De tapas con Manos de Topo

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De tapas con Manos de Topo

El grupo más odiado y querido a la vez de la escena pop, se dejaba caer por la sala Neu para presentar su nuevo disco ‘El primero era mejor‘.

Los Punsetes ofrecieron un concierto de 45 minutos sin ningún tipo de descanso, algo muy atractivo, llamativo y fácil de digerir. No sé si destacar la buena actuación o centrarme en la especie de maniquí en que se convirtió su cantante, que apenas gesticulaba para tragar saliva, vestida con un look tirando «a marinero» que bien recordaba a una modelo salida de un desfile de David Delfín. Como una estatua, como viene siendo habitual, aguantó hierática y con la mirada fija y perdida, tema tras tema, mientras el público disfrutaba con ya casi himnos como ‘El Escorial’, ‘Dos policías’ o ‘Fondo de armario’.

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Llegaba el turno de Manos de Topo, esta vez acompañados de una violinista (una tal Sara) que adornaba temas como ‘Es feo’. No decepcionaron para nada (excepto para los que pedían ‘Tortilla’, muchos ya bromeando con otro tipo de alimento, que si salchichas, pan con tomate… etc), interpretaron grandes temas del primer disco, como ‘El cartero’, donde hizo coros la cantante de los Punsetes, y dejaron para los bises, el aclamado ‘Morir de celos’ o, el tema por excelencia, ‘El pollo frito’, donde poder odiar a ese amor nuevamente no correspondido.

El cantante hizo alusión a lo contento que estaba de pasar por Madrid, al merchandising, unos parches con forma de topo (6 eurones, hice intento de comprar uno), y a la gracia que les hacía que les comparasen con Camela porque ambos hacen canciones de amor. Y allí se marcaron ‘Cuando zarpa el amor’. Sorprendente: público indie que se sabe la letra. «¡Cuando zarpa el amor! / navega a ciegas es quien lleva el timón / y cuando sube la marea al corazón / sabe que el viento sopla a su favor».

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Grandes momentos para resumir en poco. Por cierto mi compañero se salió de la sala a la cuarta canción, y es que está visto que o les odias o les adoras. Yo me inclino más por lo segundo. Y es que el segundo no es mejor ni peor, sino que forma parte del tracklist de canciones fetiche de los románticos de la nueva era, canciones a las que aferrarte fielmente. El sentirte identificado queda atrás y adoptas la lírica que estos chicos ofrecen como si se tratase de una religión.

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