Un día en el circo con Vetusta Morla

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Un día en el circo con Vetusta Morla

Dos días seguidos de conciertos para Havalina y Vetusta Morla en el Teatro Circo Price de Madrid dentro de los conciertos de Heineken Music Selector.

Havalina andan de gira presentando su último álbum, ‘Imperfección’, editado por Origami Records. Quinto en su carrera y con la misma impronta de rock indie guitarrero que los anteriores. Manuel Cabezalí a la guitarra y a la voz principal, Javier Couceiro a la batería e Ignacio Celma en los coros y al bajo mostraron su directo a un público ansioso de ver al grupo principal pero entre los que existían bastantes seguidores. Sus canciones con letras, no muy extensas, tampoco aportan demasiado pero dan paso a esos episodios noise que pueden dejar atrapado a los fanáticos del género. Se puede decir que, en general, gustaron bastante. 6

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Vetusta Morla tocaban un año después de su debut autoeditado ‘Un día en el mundo‘ . El tipo de recinto, circular -como su propio nombre indica- se prestaba para montar el espectáculo circense que diera al público un valor añadido a los conciertos de la banda, por los que sentía bastante curiosidad después del revuelo que ha montado Vetusta Morla en los últimos meses. El biombo blanco de sombras chinescas dejaba ver a Romerito, la marioneta director de circo que presentó el espéctaculo (con un discurso al que le sobraban las tres cuartas partes) y a Vetusta Morla como los más grandes e inigualables. Aparecen Pucho y los demás, el público enloquece y comienza a sonar ‘Autocrítica’. Seguida de ‘Rey Sol’ sonó ‘Un día en el mundo‘, con la que cogieron bastante fuerza y dieron pie a que las emociones de los presentes se soltaran más si cabe con ‘Copenhague’.

Tocaron varios temas nuevos que, para mi sorpresa, no pintaban del todo mal. Llamaron a su amigo Jairo Zavala de De Pedro con el que tocaron tres canciones, una de Vetusta, otra de De Pedro y un tema inédito que pasó a ser de lo más interesante de la noche, ‘Maldita dulzura‘, con Jairo al acordeón, una suerte de ranchera que, con una intrumentación algo más desnuda, hubiera quedado cien veces mejor porque hubiéramos entendido mejor la letra.

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Llegaron los bises y el me voy pero vuelvo y todo eso. Con ‘Sálvese quien pueda’ me di cuenta, una vez más, de lo que odio que se digan tacos en las canciones y recordé una de las razones por las que esta canción me parece chunga de verdad y nunca he podido escuchar entera. Lo peor, sin lugar a dudas, llegó al final del espectáculo cuando Romerito reapareció en la lona y se dispuso a presentar en verso a cada una de las personas del equipo técnico y de la organización. Soporífero y corta-rollos. Muy amable por su parte, siendo el día del trabajo además, pero boicoteó la emoción con la que la gente podía haberse ido a su casa tan feliz.

Y así acabó todo. Público de todas las edades, parejitas de treintañeros abrazados y post-adolescentes con pegatinas por todas las partes de su cuerpo con I LOVE VETUSTA que mañana colgarán en el Tuenti (¡me recordaban a mí misma a los 15!). Es lo que tiene llegar a las masas. Borreguismo a cascoporro y un auto-endiosamiento que por suerte se ve bastante rebajado con detalles como el agradecimiento que dan en su web por estos dos días de fiesta y circo. Todo un detalle que puede que sea la clave por la que hayan llegado hasta donde están. Un directo correcto y a la altura de lo esperado por su público fiel. Pero a ver si mejoran con el nuevo disco, porque sigo sin verles la gracia. 6,5

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