Mary Carrillo murió el pasado viernes 31 de julio, quizá el peor momento para obtener la atención mediática que merecía su enorme carrera. Gracias a obras como ‘La alondra’, ‘Quién teme a Virginia Woolf’ o ‘Nieve en mayo’, que Jacinto Benavente escribió para ella, se la consideraba una de las mejores actrices de teatro del siglo XX. Y la gran pantalla tampoco pasó por alto su gran talento. Todos la recordaremos por sus papeles en películas tan míticas como en la completamente atemporal ‘El pisito’, ‘El crimen de Cuenca’ y las adaptaciones cinematográficas de dos obras maestras de nuestra literatura, ‘Los santos inocentes’ y ‘La colmena’.
También interpretó a la marquesa de ‘Entre tinieblas’ y, más recientemente, obtuvo el Goya a la mejor actriz de reparto por ‘Más allá del jardín’. También aficionada a pintar y escribir (llegó a publicar sus memorias), Mary Carrillo ha sido una influencia capital para gran parte de nuestra cultura y por eso este fin de semana, Mario Camus, Almodóvar, la ministra de cultura, Fernando Guillén o Andrés Peláez, director del Museo Nacional del Teatro, en un bonito artículo para El País, lamentaban su desaparición. Descanse en paz.