Hace un par de semanas que no hacemos nuestro repaso habitual de la lista de ventas española porque no ha pasado nada interesante, pero es reseñable que Beyoncé ha vuelto al top 10 en nuestro país con su último disco, ‘I Am… Sasha Fierce’. Y no es una cosa aislada. Después de 39 semanas de haber salido a la venta, está en el puesto número 2 en Reino Unido, sólo por detrás de Michael Jackson. Vamos por el sexto single y todos han funcionado bien o muy bien.
Hace un año unos compañeros de profesión me pedían que escribiera un artículo sobre lo ridículo del nuevo concepto de Beyoncé: desdoblarse en Sasha para sus momentos más salvajes en el escenario. La idea era una caspaza considerable, las críticas del disco fueron nefastas. Y hoy, todos tenemos que comernos nuestras palabras. El pueblo ha hablado: Beyoncé es lo más parecido que tenemos a una reina del pop en el siglo XXI.
‘I Am Sasha… Fierce’ no va a vender 20 millones de copias como el ‘True Blue’ de Madonna. Corren otros tiempos y ya es imposible llegar a esa cifra. Ha vendido más de 4 de este álbum, quizá llegue a 5 y ya es muchísimo. En realidad, todo disco del que podamos identificar más de un single se puede considerar un éxito comercial, ya que las compañías hoy en día tienden a focalizarse en un solo tema, como mucho dos, para vender un álbum (léase ‘Viva La Vida’). Sin embargo, Sony ha triunfado, en este caso, editando sencillos en pareja.
Mientras en España ‘If I Were A Boy’ triunfaba en inglés y en castellano, el mundo entendía ‘Single Ladies’ como un hit a la altura de ‘Crazy In Love’. ‘Halo’, la mejor canción del disco, triunfaba más adelante; ‘Diva’ mostraba el lado más alternativo, más M.I.A., del álbum. Ahora ‘Ego’ y ‘Sweet Dreams’ también conquistan las listas. En realidad, según Metacritic, la web que aúna las críticas del mundo anglosajón, este es el peor disco de la carrera de Beyoncé, pero por alguna razón ella sale adelante de todos los baches.
Su primer álbum era demasiado largo. 8 millones de personas se lo compraron por el temazo, o quizá deberíamos decir por el samplazo de Chi-Lites de ‘Crazy In Love’, que era la pista 1 y no pocos se preguntaron si sería la Beyoncé post-Destiny’s Child «one hit wonder». La gente no picó tanto con su segundo cd porque el sencillo ‘Déja-vu’ no igualó su éxito ni de lejos. Cuando el «flop» parecía asegurado, publicó por Navidad la incontestable balada ‘Irreplaceable’ (mítico lo de «I could have another you in a minute») y de nuevo disparaba las ventas del disco por los pelos. Otra vez salvada en el último minuto.
A todas luces ‘I Am Sasha… Fierce’ es un delirio de grandeza de diva. Es doble y su concepto es arrogante y pretencioso. ‘Single Ladies’ es una canción tan machista como esas temporadas y temporadas de ‘Sexo en Nueva York’ en las que las protagonistas suspiran por que un hombre venga a salvar sus vidas. Pero centrándonos sólo en lo musical, en su sonrojante falta de coherencia en su mensaje, hace un año lo puntúamos con un 3,5 y nadie nos ha reclamado demasiado. Cuando le preguntas a tus allegados por qué creen que gusta Beyoncé, contestan cosas como: «porque hace canciones de pop pegadizo y está buena», pero eso también lo hace Annie y nada.
Hay una posibilidad entre más de 10 millones de que te toque la lotería y esa ha sido la suerte de Beyoncé. Porque lo suyo parece sin duda un caso claro de complejas combinaciones casuales, de cosas que parecen muy fáciles pero los encargados de comercializar a Madonna, Britney, Róisín o Christina Aguilera han demostrado que no lo son: un buen vídeo por allá, un buen single por acá, una buena campaña pre-Navideña seguida de una gira en primavera, una portada en la que se vea bien a la artista y no dé grima… ¿Para cuándo un Grammy a la mejor comercialización de un producto?