La segunda entrega de la saga de Stephenie Meyer empieza hablándonos de ‘Romeo y Julieta’. Se anuncia con letreros luminosos cierto paralelismo entre la obra de Shakespeare y uno de los momentos que vemos en ‘Luna nueva’ entre la adolescente y el vampiro, pero hay un problema: el punto de partida de la historia en este caso está exento de toda credibilidad: con todo el romanticismo mistiquísimo que se traen estos dos, ¿cómo va a dejar Edward a Bella sola «para protegerla», dejando vía libre a Victoria para que se la coma?
La historia de ‘Twilight‘, con el desarraigo adolescente por bandera, ya sabéis, el desinterés por los bailes del instituto y por los niños pijos que quieren ir a él, era muy graciosa, pero el segundo de los libros ya deja claro que la cosa promete ir volviéndose tan chunga como un emo de 35 años. Hay momentos que, a pesar de lo típicos, resultan entrañables, y la canción de Lykke Li para la banda sonora es la gran beneficiada del mejor de ellos (mucha gente la conocerá por esto, seguro), pero hay otros en que te da la risa, como esa escena en la que Jacob se quita la camiseta y, entre él y sus amigos, no puedes dejar de pensar en las películas «de miedo» de David DeCoteau.
Esta saga, como también recientemente ‘True Blood‘, mantiene el magnetismo para los que siempre se han sentido atraídos por las historias de vampiros y otros seres y, más allá aún, han deseado consciente o inconscientemente ser convertidos, pero aquellos que anhelen la eternidad, pueden encontrar un buen paralelismo en el tiempo que falta para que se aclaren todas las cuestiones planteadas (la misteriosa gripe estomacal, cuándo pintará algo Victoria), cortadas de sopetón, con todo el morro, en la última escena de esta película que, a fin de cuentas, no vale nada como parte independiente. Ignoramos dónde llevará todo esto, la siguiente parte (‘Eclipse’) se estrena en junio; el cuarto libro, ‘Breaking Dawn’, ya está a la venta y quién sabe si habrá más. Igual en 2022 cada detalle encuentra una justificación y todo parece maravilloso. De momento, nada. 4.