El porqué de que a veces el pop en español resulte pueril y obvio sigue siendo un misterio. Podría ser que, después de años y años de creer que lo de fuera es mejor, que siempre son otros los que consiguen el tan ansiado harder, better, faster, stronger; nos hubiéramos quedado atrás en lo que a valoración de lo nuestro se refiere. Pero todo este tiempo de devaluación tiene sus consecuencias, y una de ellas es la enorme cantidad de grupos que reivindican lo mismo desde 1998. Ni un ápice de cambio en su sonido.
La Habitación Roja es uno de esos grupos que mucha gente vapulea. No son suficientemente innovadores, no son auténticos. Son muy facilones y, además, se les mete en un rango de grupos que va desde Lori Meyers hasta Pereza, en los que cabe de todo. ¿Por qué? Quizá muchos de sus críticos tengan razón: su séptimo disco de estudio, ‘Universal’, da muestras de que su fórmula está muerta y enterrada.
De entrada, LHR adolecen del mismo problema que Dorian: sus letras son bastante irregulares. La mayor parte son muy facilitas, lo que no tiene que ser algo malo, pero por algún motivo, en sus manos pasan a resultar simplonas y muy poco trabajadas. Casi incluso infantiles, que ya es decir (ese «cielo sincero» que sirve para «regalar un mundo entero»). ‘Universal’ se convierte así en un disco muy fácil de escuchar, pero plano y fácilmente olvidable, de estrofas largas y estribillos blandos. El álbum se convierte en un gigante con pies de barro, que se deshace ante lo anodino de la similitud. Después de varias escuchas, prácticamente no te acuerdas de ningún verso, no se te ha pegado nada. Los tentáculos del alterna-indie-rock-pop son extremadamente largos, y la uniformidad ha destrozado un disco que, un poco más trabajado, hubiese mejorado mucho.
De entrada, ‘Voy a hacerte recordar’ nos hace soñar con una rabia que se desinfla según avanza el disco. Pero peor es cuando en ‘Hacia la luz’, el tercer corte, te encuentras acordándote de ‘La Historia Interminable’ y cantando por encima lo de “Nieeeeeeeeeve, curvas imposibles y una obra sin razón…”. Así no hay manera de tomarse un disco en serio. ‘Algo nos pasa’ recuerda a los Amaral más alternativos, aunque los zaragozanos son bastante más hábiles con las letras cuando quieren. El horror definitivo llega con el sabor a Carlos Goñi que tiene ‘Febrero’.
Pero el disco no es malo, o -mejor dicho- podría haber sido mejor. Lo que pasa es que el intento de convertirse en exponentes del AOR en castellano les ha salido fatal, básicamente porque no tienen ningún single que pegue de lo lindo allá donde lo pongas. Por suerte, los valencianos han reservado lo bueno para el final. ‘Una nueva oportunidad’, aunque tenga un toquecillo a coro y referencias religiosas, se termina convirtiendo en una de las más pegadizas.
Y si hablamos de canciones buenas, es de recibo mencionar el cierre del disco. ‘No deberías’ es de lejos la mejor, con ese tono apocalíptico, casi litúrgico. Con un inicio que se asemeja al órgano de una iglesia y una explosión de guitarras hacia la mitad de la canción. Con una letra de notable, capaz de tocarte en lo más hondo. “Y te irás quedando solo, / y serás el Rey / de tu país de ciegos. / Y seguirás / sin ver lo que todos ven. / Y te preguntarás / cuánto pueden durar / mal tiempo y soledad. / Y yo estaré aquí para verlo”. El que no se sienta identificado con esta letra es porque no quiere.
Lástima que tamaño broche de oro sea para un disco algo mediocre. Echamos de menos a los chicos de ‘Nuevos tiempos’. En serio.
Calificación: 5,5/10
Lo mejor: ‘Una nueva oportunidad’, ‘No deberías’.
Te gustará si: Love Of Lesbian, Lori Meyers, Tachenko.
Escúchalo: en Spotify.