Pocas veces hemos remoloneado tan poco para levantarnos a las seis de la mañana como hoy. Cuatro emitía el final de ‘Perdidos’ al mismo tiempo que en la costa oeste de Estados Unidos, mientras algún colega nos contaba desde la costa este que el final no era decepcionante. Una afirmación más que discutible. No esperábamos un final wikipédico «La isla es, dos puntos», pero tampoco es tan difícil imaginar en estos momentos a las masas lanzándose a las calles para quemar bidones y marquesinas. Más que nada porque a juzgar por lo escuchado en el especial posterior de Cuatro, tanto entre los comentaristas como entre los fans a las puertas de los cines donde también se ha emitido, o ellos o nosotros o todos no nos hemos enterado de nada.
Hay quien dice que el final de ‘Perdidos’ no ha dejado satisfecho a nadie, pero un compañero añadía, muy sabiamente, que al Vaticano sí. La serie conocida por los saltos en el tiempo y el desarrollo en la trama de varias vidas paralelas, con un mundo abierto de posibilidades filosóficas que ya ha dado pie a algún que otro libro más los que vendrán en el futuro, ha sacrificado una parte escandalosa de su minutaje para lanzar un mensaje religioso que en realidad está presente desde la primera temporada y a casi todos nos sobra. Decían los guionistas que cada uno de los dos últimos episodios tendría 10 minutos más para poder desarrollar las cosas, pero a día de hoy y con la serie completamente cerrada y sin posibilidad de secuela, que estaría bueno encima, es un completo escándalo el gran número de interrogantes que queda por resolver.
O quizá deberíamos decir simplemente por discutir. Una revisión de los primeros tres minutos del primer capítulo de la primera temporada (el estado de esa zapatilla que queda colgada de un árbol parece fundamental) ya descarta una de las hipótesis lanzadas por Cuatro: la de la Serranada. Una escucha atenta de la conversación entre Hugo y Ben («has sido un gran número 2») también da pistas. Hasta dónde podríamos llegar atando cabos a partir de detalles volviendo a ver las seis temporadas cuando se editen en DVD (¿cuántos millones de copias se venderán estas Navidades? ¿cuánta gente nos las terminaremos regalando entre sí?) es algo que dirá el paso del tiempo. Porque como en el caso de ‘Twin Peaks’, serie sobre la que aún hoy puedes descubrir nuevas teorías en torno a su final, hay vida en ‘Lost’ para rato.
Hoy ‘Perdidos’ nos deja una sensación agridulce. El ardor de la falta de sueño. La amargura del exceso de café. El vacío en el estómago de cuando algo se acaba para siempre. La tristeza en la vida de todos los personajes de la serie, que tienen que pasar por un sitio como la isla por un motivo. Pero mañana recordaremos la preciosa escena protagonizada por Jack y Kate a orillas del acantilado o pensaremos en el significado del desenlace de la lucha entre Jack y el humo en el mismo lugar y nos daremos cuenta de nuevo de que hemos sido testigos de una serie histórica cuya grandeza se extiende hasta después de su final, a pesar de las decepciones. Hoy sus creadores Damon Lindelof, J. J. Abrams y Jeffrey Lieber pueden estar contentos. Los medios ni siquiera podemos «spoilear» el final porque no tenemos un claro titular.