Está la princesa de Éboli, aristócrata española del siglo XVI, en principio esposa del príncipe de esta ciudad del Reino de Napolés; y luego podría estar la princesa del Éboli, a quien tras el mítico after (ya cerrado) de la ciudad de Madrid en la calle Luna podríamos imaginar como la Maria Antonietta de Sofia Coppola, de nuestro tiempo, preocupada por su derecho a pasárselo bien, desnudándose en cuanto puede y disfrutando de muchachos de buen ver relativo. La interpretada por Belén Rueda estaría entre las dos.
Tras varios fracasos en la presentación de miniseries que no estaban tan mal, las privadas parecen centradas en emular el éxito de ‘Águila Roja‘ tirando de guiones de época. Telecinco estrenó con éxito hace un par de semanas ‘Tierra de lobos‘ (aunque en las últimas entregas su audiencia se ha desinflado y parece que no remontará ahogada por el estreno de la miniserie sobre Letizia Ortiz en la misma cadena) y Antena 3 presenta el próximo lunes la esperada ‘Hispania’.
‘La princesa de Éboli’ nos cuenta la historia de una mujer adelantada a su tiempo que más o menos pasaba de las convenciones sociales, había sido amante del rey, no guardaba luto de su difunto esposo acostándose con el secretario del rey y se atrevía, por lo mostrado en la serie, a posar desnuda para la retratista del reino a pesar de la prohibición expresa, mostrando interés o como mínimo permisividad con el lesbianismo, un escándalo para la época.
La directora Belén Macías (de la nominada a 4 Goyas ‘El patio de mi cárcel), que presume de la enorme labor de documentación que se ha realizado, justifica el parche en el ojo izquierdo de la protagonista en lugar del derecho, donde estuvo de verdad, por razones de fotogenia y seguridad (Belén Rueda ve mejor con el ojo derecho, fundamental para las escenas de esgrima), pero tendrá que justificar también, de ser el desenlace de este miércoles como el primer capítulo, por qué no ha explotado más el carácter feminista de la serie y el carisma de su protagonista, que de momento no ha destacado tanto entre un pequeño exceso de secundarios que han derivado la trama hacia, por ejemplo, una posible conquista de Inglaterra que ya sabemos que quedó en nada y por tanto interesaba cero, y un Juan de Austria al que ni hemos visto y ya se ha muerto de tifus (pues vale). El episodio dos será el que nos diga si definitivamente la princesa muestra la personalidad que le presupone una serie dedicada, se destaca en algún otro aspecto o nos perdemos en otro gran «quien mucho abarca, poco aprieta». 6.