La irrupción de los sevillanos Pony Bravo en el panorama musical hace dos años con su álbum autoeditado ‘Si bajo de espaldas no me da miedo y otras historias’ fue un toque de atención sobre lo que puede hacer el rock nacional más allá de fórmulas manidas. En todas las reseñas se destacaba el hecho de que eran andaluces y que supuestamente reivindicaban un legado musical diferente, mezclando el krautrock con la copla. Pues bien, en este segundo disco parecen haber dejado casi del todo atrás el aspecto más «nacional» de su música (con la notable excepción de ‘Ninja de fuego’, versión libre de un tema de Quintero, León y Quiroga) para experimentar más con la vertiente kraut. Y eso que abandonan por completo el idioma inglés y lo cantan todo en castellano.
En esa vertiente kraut es donde parecen haber encontrado terreno abonado para experimentar, esta vez con más medios a su disposición: ‘Un gramo de fe’ está mucho mejor grabado que su antecesor, con los teclados navegando a sus anchas sobre una poderosa base rítmica de guitarra, bajo y batería. Can es la primera referencia que se te ocurre nada más comenzar ‘La voz del hacha’, el primer corte y quizá el comienzo más impactante de un disco de los últimos tiempos por cómo ataca directo, sin presentaciones. Pero no nos llevemos a engaños, porque ese es el tema más Can del LP. El resto es incluso más crudo, llegando a los niveles de Faust o hasta The Residents (que no son kraut pero tienen en común su espíritu experimental e iconoclasta) en la construcción de atmósferas agobiantes. De hecho, tiene más que ver con el ‘Déjese llevar’ de Fiera, el proyecto paralelo de los sevillanos (lanzado también en 2010), que con ‘Si bajo de espaldas…’. Si añadimos que en el álbum han colaborado los barceloneses Za! ya no nos extrañará nada de lo que oigamos allí.
Pero otro componente esencial de Pony Bravo son las letras. Las de ‘Un gramo de fe’ no buscan sonar bien, ni poesía, parecen transitar por las verdades aparentemente vacías y las asociaciones misteriosas que surgen en una ‘Noche de setas’, como se llama el tema más clarividente del disco. Hay cierta lógica surrealista dentro de versos como “La voz del hacha dice siempre la verdad / parte el tronco justo por la mitad” o “Halliburton, Halle Berry, has invertido muy bien”. Forman parte inseparable del mundo que Pony Bravo ha creado y que se complementa con la imaginería visual que puebla el diseño de carátulas, libretos y carteles de conciertos, obra de Daniel Alonso, cantante y teclista de la banda. Merece la pena echarle un vistazo a la página del grupo en Flickr. Nazarenos se mezclan con personajes de ‘Star Wars’ o con el trío de las Azores, Michael Jackson se transforma en la Virgen de la Macarena o Curro (mascota de la Expo ’92 de Sevilla) observa el lanzamiento al espacio de un Cristo gigante.
Resumiendo, con ‘Un gramo de fe’, Pony Bravo profundiza en una vía muy personal sin miedo a abandonar elementos con los que se los identificaba e incorporar otros nuevos.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘La voz del hacha’, ‘Ninja de fuego’, ‘La rave de Dios’, ‘Lo más difícil del mundo’
Te gustará si te gustan: Can, The Residents
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