Salvador Álex de la Iglesia

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Salvador Álex de la Iglesia

2010 se cerró con una noticia como poco moderadamente buena tanto para «los artistas» como para «los internautas»: la reunión de acercamiento entre ambas partes mediada por el presidente de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia. El director de algunas de las películas más relevantes de los últimos 20 años del cine español, como ‘El día de la bestia’ o ‘La comunidad’, ha resultado la elección idónea para este puesto. Ya logró llevar de vuelta a Almodóvar a la Academia y ahora intenta llevar a cabo la difícil labor de que los mencionados extremos se entiendan. De momento, se ha producido un pequeño milagro: el tipo ha defendido la Ley Sinde, tiene una película en la calle y nadie le ha boicoteado (con éxito, al menos). ‘Balada triste de trompeta‘, un delirio absoluto presto para dividir a crítica y público, cada uno por separado, y por tanto de lo más ridiculizable por sus «haters», ya ha logrado recaudar 1 millón de euros en dos semanas.


Álex de la Iglesia ha opinado en numerosas ocasiones sobre la Ley Sinde. En un texto para ABC que titulaba ‘El barco de los piratas’, comenzaba diciendo que no pertenecía a ningún partido y recordaba el dilema de saberse «creador e internauta» a la vez. De la Iglesia apostaba en esta carta el pasado 23 de diciembre por no culpabilizar al consumidor «sino al que se beneficia de un sistema jurídico ineficaz». Él entiende como necesaria una ley reguladora que pueda cerrar sites que se lucren con el trabajo intelectual de otros y por otro lado, muestra su disconformidad con que las compañías telefónicas se lleven una parte de la tarta sin compartir sus beneficios. En la Cadena Ser llegó a decir: «A todos nos cae muy bien el personaje de Robin Hood, porque le quita el dinero a los ricos para dárselo a los pobres. Pero es que Robin Hood no le da el dinero a los pobres, se lo da a las compañías telefónicas».

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Estas declaraciones le han valido numerosas críticas, pero lo que está haciendo de él un personaje clave de la negociación es su valentía para dar la cara y contestarlas todas, incluso cuando a menudo le ponen entre la espada y la pared. La reunión de hace unos días, donde recibió a Víctor Domingo, presidente de la asociación de internautas, Francisco George del grupo Manifiesto de Facebook y Partido Pirata, representantes de Filmin, El Cosmonauta y Weblogs, entre otros; es sólo la punta del iceberg. El día 21 de diciembre se enfrascó en una discusión con el blogger El Teleoperador a través de Twitter. Este blogger le espetaba de manera bastante airada que «la Ley Sinde no es sobre el que se lucra sino sobre el que enlaza contenido protegido» y además, afirmaba que «lucrarse difundiendo contenido protegido ajeno, ya es ilegal, no hace falta otra ley», con Álex contestando que no estaba de acuerdo en la redacción de la ley pero sí en la intención.

Días después de este y otros encontronazos, De La Iglesia se encontraba recibiendo a los internautas y todo el mundo parecía optimista sobre los resultados. Él comentaba en directo cosas como «Buenas noticias: la reunión funciona. Reconocemos errores. Se aportan ideas» o informaba de que «los internautas» no estaban a favor del gratis total. Incluso Julio Alonso de Weblogs decía que el simple hecho de haberse encontrado era positivo. Pero por supuesto ahora otros no se han mostrado tan optimistas. El colectivo Anonymus ha concedido una entrevista a El Economista calificando la reunión convocada por De La Iglesia como «una mera distracción mientras el PSOE negocia con el PP la aprobación de la Ley Sinde». Además, han convocado una decena de manifestaciones en toda España para este sábado 8 de enero contra la Ley.

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No están exentos de razón, pues desde el principio se dejó claro que la reunión no sería vinculante. Pero hay que entonar un «algo es algo» cuando De La Iglesia, como presidente de la Academia, se comprometió a hacer llegar a González-Sinde los resultados de la misma. O cuando se ha tomado la molestia de contestarles inmediatamente a través de Twitter: «La verdad es que leyendo cosas como esta dan ganas de dejarlo». Pero manteniéndose en sus trece: «Voy a hacer lo posible por evitar el desacuerdo, a pesar de que haya gente deseándolo. Por ambas partes».

Esa es la grandeza de Álex de la Iglesia. Podrá seguir causando repulsión, podrá estar luchando para nada porque PSOE y PP ya estén cerrando el texto que se aprobará en el Senado y toda su lucha podrá no haber servido para nada. Pero basta recordar la lista de personas que le han precedido en el sillón presidencial de la Academia de Cine para que nos demos cuenta de que hay un antes y un después de su paso por este puesto. Nadie fue tan combativo, nadie se mostró tan claramente como «creador e internauta» al mismo tiempo, nadie opinó tan libremente al margen de las instituciones (¿dónde queda la imagen de la distante ministra, también creadora, cuando De La Iglesia recibe al pueblo?), nunca ha mirado hacia otro lado cuando se le ha planteado un dilema ético. Sólo él parece capaz de llevarnos a una solución racional, como el hipotético lanzamiento de un Netflix de películas y series online bajo pago de una pequeña cuota mensual como el que se rumorea que se lanzará en España. Sólo él está siendo capaz de convencer a muchos de que es injusto que propietarios de algunos sites ingresen cientos de miles de euros gracias al trabajo ajeno. Sólo en él confían «los internautas» para llegar a algún punto de acuerdo. Sólo él ha podido meterse en esto promocionando una película que habla de política y payasos. A veces se puede equivocar en los planteamientos, pero hoy por hoy parece muy difícil pensar en un sustituto para la labor que está realizando al frente de la Academia. Piensen en posibles nombres y ríanse un buen rato.

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