Virginia Labuat publica a finales de marzo su nuevo disco, que podríamos considerar el primero después del experimento de Labuat junto a Risto Mejide y The Pinker Tones. ‘Dulce hogar’ es un disco bastante apañado y mono que no deja en anécdota el coqueteo jazz, swing y soul sino que se sumerge de lleno en cada una de sus 14 canciones. Virginia nos recibe en las oficinas de Sony, tras contarnos que es lectora habitual de JENESAISPOP. No os creáis que los famosos suelen reconocerlo.
‘The Time Is Now’ es una canción con varias fases. ¿Su composición ha sufrido fases también?
La canción la compuse una noche cuando vivía en mi primer zulo en Madrid. Fui al cuarto de baño, empecé a tararear y en media hora la tenía, ya con los cambios de tempo. Quería algo años 50 y 60. La tenía a guitarra y voz y le dije a Iñaki García (co-productor del disco) que quería una parte más 50’s y 60’s y otra más cañera, más rockera, muy country. La tenía muy clara en la cabeza e Iñaki montó la maqueta con el ordenador. Luego cada músico aportó algo en el estudio, pero siendo muy fieles a como estaba en la maqueta.
¿La versión acústica que estás haciendo en radios ahora ha surgido después, por tanto?
La improvisamos cuando nos pidieron un tema para la edición especial del disco en Spotify. Me dijeron a las siete de la tarde que necesitaban meter algo y nos propusieron la maqueta con voz y guitarra de ‘The Time Is Now’. Pero dijimos: «¡No, no!». Preferimos ponernos a grabar en una noche. Iñaki se sentó al wurlitzer, cambiamos todo, nos encantó como quedó y abrimos el Pro Tools. En la radio no puedes llevar a la banda, así que esta nueva versión queda muy bien.
¿’The Time Is Now’ fue un punto de inflexión en la composición de este disco o fue otro?
Era el disco que yo quería hacer desde siempre. Desde que era un moco he querido dedicarme a la música y quería hacer un disco con mis canciones. Las canciones son muy diferentes entre sí porque he escuchado mucha música. Me encanta el blues, el jazz, el pop, según qué pop y siempre he sido muy sincera con lo que he escuchado. No hubo un punto de inflexión de «ya tengo claro que tengo disco». Sigo componiendo por ejemplo ahora, porque es mi fuente de expresión. Cuando tuve veintitantas canciones llamé a la compañía, que hizo una criba y empezamos a recortar.
Sueles citar clásicos al hablar de tus influencias, pero el disco que has hecho se podría relacionar con el nuevo soul-pop de cantantes femeninas como Lily Allen o Eliza Doolittle. ¿Te sientes próxima?
Si te digo la verdad, sí siento un poco lo que dices. No he escuchado mucho a Lily Allen, la he oído pero sus discos no son de mis favoritos. A Eliza la descubrí hace poco, yo acabé el disco como por septiembre y a ella la conocí hace como un mes. Pero sí siento que tenemos referencias comunes. No ha sido algo que haya hecho intencionadamente, pero si mezclas sonidos actuales con puntos del pasado, entiendo que pueda resultar similar.
El tema ‘Tal vez’ es un poco girl group. ¿Has escuchado mucho los grupos de chicas de los 60?
Sí, pero no excesivamente. Tengo más referentes masculinos, aunque las Supremes y los tríos vocales de chicos y chicas de los 50 me vuelven loca. Pero es todo bastante inconsciente. Escribo algo y me suena a algo que conozco. Algunas canciones las quería ubicar con este tipo de sonidos. El disco tiene un sonido muy potente y Óscar, el técnico, lo ha grabado con cacharrería muy antigua.
¿Te refieres a los teclados, que tienen mucha presencia en bastantes canciones?
No, me refiero a la forma de grabarlo, los micros, RCA, Telefunken… Los materiales que usa, bueno, me imagino que habrá gente que los usará, pero son de los 60, los 70. Se nota mucho. Cuando grabas algo con esos instrumentos, la mezcla va a sonar muy diferente.
‘Insomnio’ es una de las canciones destacadas del disco. Cuéntanos lo que quieras sobre ella.
Tiene como un año, es de dos meses antes de que me dieran luz verde de la compañía para empezar a maquetar. Surgió como a las 2 de la mañana, tenía una sucesión de acordes y un día tomando una copa en casa, empecé a pensar, cogí un papel y un boli y a las tres horas tenía la letra. Está dedicada a una persona concreta y también es sobre quitarnos los miedos, las caretas, ser nosotros mismos. Es una filosofía que está presente en casi todas las canciones, relacionada con la necesidad que tenía de hacer algo mío.
Hoy por hoy la estética siniestra del disco anterior es hasta surrealista, ¿cómo te metiste en algo así? ¿Qué había compuesto Risto para que hicieras un disco con él?
El proyecto anterior se gesta mientras yo estaba en el programa, donde estuve cuatro meses encerrada. Risto ya había hablado con Javier Llano y a la compañía le gustó lo que planeaban mientras yo ignoraba todo aquello. La misma noche que yo salgo tras cuatro meses me enteré. Lo pasé mal allí dentro y él había sido la única cara fuera de la academia que me había defendido tanto. Era la única persona en que yo confiaba a ciegas. Me agarré a eso y no me hacía falta ni escuchar las canciones. Fue un momento muy turbio psicológicamente. Cuatro meses encerrado no te dejan igual.
¿Qué canciones tocarás del disco antiguo en tu nueva gira?
(largo silencio) Ninguna.
¿Ni el single?
Ni el single.
(me da la risa) ¿Pero te arrepientes?
No reniego de lo que he hecho, pero sí que hay momentos en que pienso: «si te hubieras tomado seis meses para sentar la cabeza, ¿habrías hecho lo mismo?». Era un buen disco, pero siendo compositora no tiene sentido. Me digo: «Si tenías canciones, componías y era lo que querías, ¿por qué no lo hiciste?». Pues por una serie de circunstancias. Pero todo lo que he hecho hasta ahora tiene sentido teniendo el nuevo disco.
¿A Risto le ha gustado el nuevo disco o el single?
Mandé un mail masivo anunciando que se podía escuchar y me respondió: «me encanta». Y ya está.
¿A Pinker Tones les sigues la pista?
Sí, acabo de hacer una colaboración con ellos, porque hacen diez años. Me llamaron hace un par de meses, querían que artistas con que hubieran colaborado participaran en un recopilatorio. Acabo de grabar ‘Sexy Robot’ y han hecho una mezcla entre la versión electrónica y otra acústica un poco bossa que hacían en directo. Matías Sorokin, el hermano de Coti, y Max han hecho la producción en Madrid y yo creo que va a gustar mucho.
Sobre la producción tengo dos preguntas, ¿cómo es posible que figures como co-productora del álbum teniendo sólo 28 años y siendo prácticamente tu primer disco y cómo llegaste a trabajar con Iñaki, que la nota de prensa sitúa como productor de Dani Martín? En realidad, él no tiene nada que ver con tu disco… ¿Te gustaba lo que hacía?
El disco de Dani Martín, Iñaki lo produjo con Dani y Bori Alarcón en mayo, junio y julio del año pasado, creo, pero conmigo lleva desde diciembre de 2009. Yo lo conozco porque fue teclista de mi banda desde el principio. En bolos acústicos es el que más continuamente ha venido y hemos hecho dúos a piano y voz. Cuando me dieron luz verde para la maqueta yo tenía claro que quería coproducir, ya que tenía muy claro en mi cabeza qué arreglo iba a llevar cada tema y quería estar encima y eran mis propias canciones. Intentamos hacer la producción con Pinker Tones, pero era complicado porque vivían en Barcelona, estaban centrados en su disco y no podían colaborar conmigo hasta septiembre. Fue imposible. Vine a la compañía a preguntar qué podía hacer porque yo no tenía una agenda de productores y tampoco tengo amigos en el mundillo. Independientemente de que la persona tuviera un nombre, quería alguien en quien confiar musicalmente, que pudiera hacer las cosas técnicas pero también que conociera personalmente para saber que podía trabajar con esa persona ocho o doce horas diarias y que no acabaríamos matándonos. Después de darle vueltas, una tarde llamé a Iñaki y le dije: «¿quieres hacer la producción conmigo?», y me dijo: «pues claro». Me costó un poco porque la compañía barajaba productores de moda o afines, pero a mí eso me daba igual.
¿Qué productores se barajaron?
Se barajó el productor de Russian Red, el de Georgina, se barajó bastante gente, pero ni me acuerdo. Yo no quería el productor de nadie porque sí. Me daba corte ponerme a producir con alguien que no conocía de nada.
En un texto de tu blog en un momento hace un par de años decías: «todo lo que digo resulta bastante empalagoso». ¿Sigue siendo así? ¿A veces te notas un poco empalagosa?
Normalmente suelo escribir de noche, cuando ves todo como de otra manera. Hay momentos en que te sientes muy agradecida por el apoyo que tienes en la red. Yo vivo de los conciertos porque la gente apoya mi carrera. Obviamente, es de bien nacido ser agradecido. Lo que pasa es que seguramente puse algo, me dio vergüenza exteriorizarlo y lo mejor en esos casos es reírte de ti mismo y decir que eres empalagoso.
La primera noticia que tuve de tu existencia fue por la versión que hiciste de Radiohead en OT, ¿es un grupo que has seguido?
‘Creep’ la conocía desde pequeña porque me la enseñó mi hermana mayor. Estaba en el recreo del instituto o en la Plaza de Doña Elvira en Sevilla bebiendo cerveza y tocando con la guitarra y siempre me la pedían y me encantaba. No soy friqui de Radiohead, pero sí tienen muchas canciones que me encantan y me pongo vídeos suyos que me flipan. Tienen melodías acojonantes. Pero no es como cuando descubrí a los Beatles, que me volví muy friqui. Lo único bueno de estar nominado en el programa es que podías elegir las canciones, así que cuando me nominaron por nosecuánta vez, elegí ‘Creep’ y pensé: «me importa un pepino que no sea lo que se escucha aquí, pero lo canto». Lo que pasa es que se cargaron la canción con el playback.
He visto en las entrevistas que hablas del programa con indiferencia, ni te da pena que lo quiten, ni te alegras… ¿Cómo es posible no sentir nada?
Soy honesta, es que no lo he visto, no es que sea una mujer de hielo. Vi la gala cero, creo que la intención era buena, pero ha venido demasiado tarde. Parecía que querían decir que no querían ser el programa para poner etiquetas a los demás, «aquí podemos ser rockeros, alternativos, de lo más comercial y pachanguero…» y eso no ha sido así durante todos los años.
¿Tú crees que habría triunfado tanto de ser más variado desde el principio?
Sí, ¿por qué no? Si se da por sentado que el público español sólo escucha pop latino, con todos mis respetos, que no es lo que más me gusta, estamos muy equivocados. Es como cuando los políticos esquivan las preguntas. La gente no es tonta. Puede haber mayorías y minorías porque estamos intoxicados con una información que es muy igual, pero creo que el programa podría haber triunfado más de haber sido más variado desde el principio.
Has dicho que te gustaría hacer un dueto con Rufus Wainwright, ¿cómo le descubriste?
Lo descubrí hace poco, hará un año, en un DVD que me compré en directo de Leonard Cohen. Es un documento increíble, lo escuché y me enamoré de él.
Cuando te hiciste una foto con Beyoncé, ¿te dijo algo o fue cosa de un segundo?
Fue cosa de un segundo. A mí me daba vergüenza ir después de verla brincar dos horas y pico, porque suponía que no le apetecía hablar con nadie, pero allí estaba todo Cristo. Una chica educada, pero no hablé nada con ella. Yo iba a telonearla en Madrid y Barcelona, pero en Madrid no pudo ser porque hubo problemas técnicos, no pude hacer prueba de sonido. Alguien de la compañía se lo explicó, me llevó y estrechó mi mano.
¿Fue decisión vuestra no actuar como teloneros en Madrid por no haber podido hacer la prueba de sonido?
Fue decisión de los americanos. A las ocho tenía que hacer mi prueba de sonido, pero la prueba de ellos acabó tarde y no pude hacer la mía. A las ocho y media creo que se abrían las puertas. Como yo no hice prueba de sonido, no pude salir. Allí me quedé, como media compañía y mis padres, que habían venido de Sevilla, con una cara… pero bueno, pensé: «pues nada».
Has hecho un par de cortos, ¿te tomarás en serio lo de ser actriz o ha sido un divertimento?
Ha sido un divertimento, porque es algo que me atrae, pero todavía no he visto el montaje de ningún corto excepto el de ‘Late’, que no tiene diálogo. Hasta que no vea uno de los cortos y juzgue si me gusta y veo que valgo, no tengo intención, pero en cualquier caso es algo secundario. Rodando me lo pasé bien, pero si he hecho el ridículo o no, todavía no lo sé.