El homónimo debut de la banda liderada por James Allan fue una propuesta bastante original, considerando la ingente cantidad de artistas similares provenientes de las islas británicas. La mezcla de Jesus & Mary Chain, las guitarras shoegaze y unas melodías muy años 50, junto a ese estilismo rockabilly, otorgaba a Glasvegas un aura especial, relativamente única (está claro que no traían la gran innovación bajo el brazo). Y no hay que olvidarse de ‘A Snowflake Fell (And It Felt Like A Kiss)’, un estupendo EP navideño de finales de 2008, que contenía una de las mejores canciones que han hecho, como es ‘Fuck You, It’s Over’. A partir de ahí, algo cambió. No se sabe muy bien la razón que originó el cambio, si fue la temporal desaparición de James en 2009 (cual viaje espiritual), la marcha de Caroline McKay, su carismática percusionista, o qué.
Si tal vez los escoceses podían pecar de algo, era de excesivamente melodramáticos, tanto como para hablar de apuñalar a alguien con ‘Claro de luna’ de Beethoven como fondo musical, como sucedía en ‘Stabbed’. Como contrapunto, trataban sobre una trabajadora social, como en ‘Geraldine’, o sobre la ausencia de un padre, como en ‘Daddy’s Gone’; temas que parecían enfocados desde una perspectiva muy honesta.
En su segundo álbum, de rimbombante título, la banda se da el gustazo de zambullirse en la piscina de los sentimientos. Si en un momento podía parecer que tenían los pies bien plantados en la tierra, ahora flotan en el aire y dejan que el drama y la emoción se coman todo lo demás. Y de paso dejan a un lado las melodías fifties y la influencia JAMC en favor de la electrónica, que cobra un peso importante.
Todo por epatar al oyente, aunque ese sintetizador que suena de principio a fin del disco, acompañando cada ritmo, cada canción y cada melodía, más que poner los pelos de punta, llega a cansar un poco. Las canciones, en general, son resultonas, y no serán ni los primeros ni los últimos en cantarle al amor desde un prisma más universal que personal, pero aquí el ansia por emocionar y conectar con los sentimientos de la gente es tal que todo suena un poco forzado. Y qué decir de ese tratado en contra de la homofobia que es ‘I Feel Wrong (Homosexuality pt.1)’ y ‘Stronger Than Dirt (Homosexuality pt.2)’, con frases del tipo «Sí, estoy perdido, pero tú también lo estás / somos como corderitos perdidos / dicen que somos sórdidos, por nuestra manera de andar y flirtear / dicen que somos sucios / somos más fuertes que la suciedad». Las intenciones de Allan son muy loables, pero parece más interesado en llegar a los corazones de todo el mundo, que en cantar algo que salga del suyo propio. ‘Euphoric’, en definitiva, puede ser un disco disfrutable si obviamos sus excesos.
Glasvegas actúan en Madrid este domingo, como parte del cartel del Día de la Música Heineken.
Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘The World Is Yours’, ‘Shine Like Stars’, ‘Whatever Hurts You Through The Night’, ‘You’.
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