Si J afirmaba hace poco en una entrevista que el mayor valor de Morente había sido acercar el flamenco a nuevos públicos, Los Planetas pueden considerarse unos dignos alumnos del Maestro. Su espectáculo en el escenario Puerta del Ángel, dentro de las actividades de los Veranos de la Villa, fue una buena muestra. Cierto que su espectáculo no se salió, en líneas generales, de lo que hemos visto ya desde que se adentraran en su fase flamenca: una primera parte dedicada plenamente a esa nueva etapa y una segunda para repasar un buen puñado del resto de su carrera. Lo más significativo es que al fin han logrado que el entusiasmo del público entre una y otra mitad del show esté cada vez más igualado.
Delante de los ya conocidos visuales en pantallas de LED, Los Planetas tocan en penumbra vestidos de riguroso negro (salvo J, que viste a su bola), en esta ocasión con un sonido casi perfecto al que solo le faltó, quizá, algo más volumen, lo cual por contra ayudó a apreciar mejor que nunca las constantes batallas de guitarras que se traen Florent y Banin, que cada vez gana mayor peso en la banda. El pensado setlist ofrece, partiendo de ‘La Llave de Oro’, una evolución clara desde los palos más oscuros y serios que se han atrevido a trabajar, de ‘Romance de Juan de Osuna’, pasando por ‘Atravesando los montes’ o ‘Virgen de la Soledad’, hasta ‘Ya no me asomo a la reja’, un tema enormemente celebrado por el público, con aplausos muy espontáneos que sabían a olés y que J dedicó al fallecido, siempre presente, Maestro Morente. A partir de ahí, tras ‘Señora de las alturas’, llega el momento festivo con el mirabrás psicodélico de ‘La verdulera’ y ‘Una corona de estrellas’, rematando con el trío magnífico ‘Reunión en la cumbre’, ‘Alegrías del incendio’ y ‘Soy un pobre granaino’. Un set didáctico que conjuga historia musical, presente y futuro, que enseña y divierte.
En la segunda hora de show, complacen las ansias de viejos hits, una fuerte baza sentimental que nadie quiere perderse y que llega en muestras de todos sus discos pre-‘Leyenda’ (o casi: de ‘Pop’, ni rastro). A modo de bisagra emotiva, abrieron el miniset nada menos que con un ‘No sé cómo te atreves’ interpretado junto a Ana Fernández-Villaverde (La Bien Querida, en escena minutos antes con La Estrella de David), y ya con el repleto graderío en pie, un ‘Nunca me entero de nada’ por aquí, un ‘Rey Sombra’ por allá, ‘Santos que yo te pinte’ y todos rendidos. ‘Segundo premio’ cierra el primer bis, y aún hay un segundo que incluye ‘Un buen día’, inagotable, y cierra con una rabiosa ‘Pesadilla en el parque de atracciones’. E incluso con gente dejando el recinto, salieron de nuevo a hacer ‘De viaje’. El magnífico sonido y la buena disposición de la banda propició un notable delirio general, en este caso justificando toda alabanza a una banda que sigue escribiendo historia de nuestro pop, Los Planetas. 9
Si el papel de telonero no es grato, imaginemos el de alguien como David Rodríguez que, al fin y al cabo, es coetáneo de J y los suyos en esto del pop. David, sin embargo, asumía con muy buen humor que aquel era «su primer concierto», así que oye, no estaba tan mal. Con poco público y mucha luz de día aún, La Estrella de David desgranaron casi por completo ‘Maracaibo‘, su segundo álbum, con pocas pero selectas concesiones a su debut. Y si en álbum su gusto por el feísmo y su empeño en no poner las cosas fáciles puede desesperar, en vivo la cosa cambia, principalmente porque La Estrella de David muestra lo que son en realidad: un verdadero supergrupo. El gran Jaume Pantaleón (12Twelve) ofrece enérgicos duelos de guitarras con David (especialmente en una sobrebia ‘Tú lo tienes que saber’) que marcaban el toque kraut, Labienque (sic) da un buen soporte al bajo, guitarra y voz, Joe Crepúsculo se muestra imaginativo y serio(!) a los teclados y Jordi Irízar es impecable a la batería. Tipo listo, David se apoya en un bien estructurado setlist en el que deslumbra con ‘Escalofrío’, ‘Decathlon’, ‘Mas mañanas’ o ‘El más romano del mundo’, se nos mete en el bolsillo y así ‘Anita’, ‘Cuando te deje’ o ‘Vejaciones en la costa’ suenan bien arropadas, sin fisuras. Ese pedazo de grupo muestra que el supuesto caos está bien controlado y eso a algunos nos ayuda a sentirnos mejor y a dejarnos llevar por el revoltoso David. 8