Manos en alto para GusGus

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Manos en alto para GusGus

Ahora que la islandesa más introspectiva, Björk, ha convertido, después de años de hiperactividad y capacidad para fascinar, en algo molesto lo que en su día fue deslumbrante, nos encontramos con lo opuesto en otros compatriotas, unos GusGus en estado de gracia. Tocar suelo durante el que era uno de sus conciertos más esperados tras la edición del excelente ‘Arabian Horse‘ fue tarea difícil.

Las expectativas fueron cubiertas con creces. Si en la parte técnica nos encontramos a alguien del calibre de Stephan Stephensen, también conocido como President Bongo –sobre todo a la hora de la presentación del resto de miembros del grupo-, y a un tímido Birgir Þórarinsson con unos labios pintados de rojo; en lo vocal el más destacado fue Daníel Ágúst, quien, aunque se permitió el lujo de bostezar al principio, no pudo contener el flequillo y demostró malabarismos ante una sala entregada que no mostraba gran oposición, ni siquiera ante el resto de vocalistas.

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Desde el inicio quedó claro que no se iba a tirar de nostalgia y la elección para ello fue arrancar con ‘Selfoss’, para transmitir junto ‘Arabian Horse’ -la canción- la frecuencia en la que se desarrollaría una velada de una hora y media: subidas con mínimas bajadas controladas, estableciendo una distancia mínima con un público que no dejaba de interactuar con Daníel.

Más tarde y tras una imprecisa ‘Add This Song’ vendrían para cerrar ‘Deep Inside’, donde las voces multiplican la atmósfera emocional; ‘Magnified Love’, con la comunión transparente entre lo orgánico y lo digital; y la enorme ‘Over’ antes de unos bises que sí recurrirían al historial (el más reciente). ‘Moss’ y una en principio irreconocible y redonda ‘David’ supusieron al finalizar casi el derrumbe de una sala que seguirá venerando a GusGus durante mucho tiempo. 8,5.

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Foto: José Maisterra.

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