Hidrogenesse no producen ni arreglan demasiados discos (ni siquiera propios). Más bien se involucran de manera aislada en aquellos de la gente a la que admiran y cuando surge, como ocurrió en ‘Monólogo interior‘ de Single o ahora en el tercer disco de Lidia Damunt, que sucede a ‘En la isla de las bufandas‘ y ‘En el cementerio peligroso‘. Sin embargo, Carlos y Genís parecen dominar perfectamente su labor, pues al contrario que un Calvin Harris de la vida fagocitando todo lo que toca y logrando que hasta Rihanna suene a él, saben añadir pequeños detalles que resultan excitantes, pero al mismo tiempo respetando la personalidad del artista.
La colaboración en principio parecía imposible. Hidrogenesse practican un synthpop de diferentes influencias electrónicas y letras ácidas y divertidas. Lidia Damunt se inspira en el blues y el folk americanos y sus letras cuentan historias desde un punto de vista menos cínico. Sin embargo, sus caminos se han juntado varias veces como precedente de este álbum. Hidrogenesse se encapricharon de Hello Cuca, anterior grupo de Lidia, y llegaron a publicar en Austrohúngaro un recopilatorio suyo. Carlos y Genís tocaron junto a Damunt en un Primavera Sound ya hace un par de temporadas, y finalmente se anunció que la fichaban para su sello. Era cuestión de tiempo que tuviéramos entre manos algo como este álbum.
Decía Teresa Iturrioz que Genís salvó el segundo disco de Single de sonar demasiado a Le Mans y aquí sus piano amplificado, pianet, auto-harpa y poco más aportan también novedades en la carrera de Lidia que, como cantautora, de otra forma quizá se habría condenado demasiado a la autocomplacencia. El adelanto ‘Somos islas mágicas’, con escasos recursos, logra sonar tan tropical como una superproducción de chillwave y tiene un final tan épico que ya quisieran muchas canciones grandilocuentes. ‘Esperándote’ es todo ritmo gracias al fantástico juego de guitarras. ‘Vigila el fuego’ suena exótica y ‘Jauja’, divertida.
Pero lo bueno es que, ante todo, estamos ante un disco de Lidia Damunt. En absoluto se ha disfrazado. Siguen predominando los sonidos americanos en ‘Lengua de lava’, que abre el álbum, y esas letras áridas (ver ilustración desértica en el libreto), con múltiples referencias a accidentes geográficos, naturales, meteorológicos… no pueden ser más personales, tanto para bien (el tren que tira hacia adelante en ‘La vida de un hilo’) como para mal (la triste canción de desamor final, la versión ‘Sueño contigo’). En consecuencia, ‘Vigila el fuego’ no es el disco que servirá para que quien no conectara con Lidia Damunt lo haga ahora (atentos a la letra de ‘La escritora’), pero tampoco lo logró ‘Monólogo interior’, ni era la intención. Lo importante es que es una solución ejemplar para resolver el manido problema del «difícil-tercer-disco».
Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Somos islas mágicas’, ‘Lengua de lava’, ‘La vida en un hilo’
Te gustará si te gustan: los anteriores, Sparks, unos Single sureños
Escúchalo: en Spotify.