“La vida es tan bonita que parece de verdad”. Esta frase, pronunciada por el ebrio marido de Carmina -la protagonista absoluta de la película- resume muy bien la estrategia estilística (de la comercial ya se ha hablado mucho) seguida por Paco León en su notable debut como director: mezclar la realidad y la ficción para revelar una verdad, rasgar las fronteras entre lo documental y lo ficcional para alcanzar una imagen auténtica.
Tomando como referentes el cine quinqui de los 70 y el humor costumbrista del primer Almodóvar, León construye una atractiva pero algo irregular ficción, una historia de delincuencia y supervivencia, que revela una verdad entre sus pliegues: la realidad de una parte de la sociedad andaluza actual y lo que significa ser mujer y madre en un contexto sociológico de ese tipo.
Todo ese discurso gira alrededor de la imponente y magnética figura de Carmina Barrios, la madre del director. Como pasaba con la madre de Almodóvar, Carmina sorprende por su talento natural para interpretar un papel sin dejar de ser ella misma. Como dice su hijo, “al lado de mi madre todos somos actores secundarios”. Con su protagonismo, que anula el de su propia hija (una algo sobreactuada María León), emerge otra posible lectura de la película: la de un documental sobre una mujer única que interpreta a su modo una ficción que dirige su admirado hijo. Porque ‘Carmina o revienta’ es ante todo eso: cine doméstico en forma de declaración de amor a una madre. 7,5.