Los Passion Pit que alteraran el mundo con el EP ‘Chunk of Changes‘, compuesto en principio a partir de canciones escritas por el líder Michael Angelakos para su novia, y se confirmaran con el notable ‘Manners‘ en 2009 -‘The Reeling’ llegaba a ser canción del año en JENESAISPOP- publican su nuevo álbum. ‘Gossamer’ prometía un sonido más expansivo et voilà. Donde en el primero ya encontrábamos influencias del mejor pop electrónico, de la música negra o de Avalanches, el nuevo nos trae más de todo.
Como prueba de que el sonido de Passion Pit no se contrae en su segundo disco como sucede con tantas bandas, los dos primeros sencillos del álbum, abriendo. ‘Take A Walk’ es mucho más que un «grower» escapista y oportunista con los tiempos que corren, en su referencia al socialismo, a los impuestos y a una relación que no termina de despegar. Lo machacón de su estribillo y su tontísimo teclado te terminan elevando, revelándose como un gran clásico para bailar con los ojos cerrados. Por su parte, ‘I’ll Be Alright‘, la producción más ambiciosa del álbum y una de las más «clicks & cuts», abre la veda de una serie de canciones influidas por la música negra, que se desarrolla posteriormente en la deliciosa balada de R&B ‘Constant Conversations‘ o en ‘Cry Like A Ghost’, que la diva de turno algún día podría convertir en un hit gracias a una revisión.
No es de extrañar que el grupo tenga peticiones para trabajar con gente como Usher. Pero Passion Pit también son capaces de acercarse al sonido de bandas sonoras de las series y películas de acción de los 60 (‘Mirrored Sea’), a lo navideño (‘On My Way’) o a lo épico (‘It’s Not My Fault, I’m Happy’), siempre sin salirse de su universo personal. Un sonido propio como muy pocas bandas consiguen lograr, lleno de himnos uptempo (‘Hideaway’) y de tanto buen rollo como si se tratara de canciones infantiles (‘Carried Away’).
La cosa tiene doble mérito porque la vida de Michael Angelakos está llena de todo menos de buen rollo. Recientemente el líder del grupo informaba a través de su web de que cancelaba una gira por problemas mentales y hace unos días confesaba en Pitchfork en una interesante entrevista en profundidad que sufre un desorden bipolar desde los 18 años que le ha llevado a intentar suicidarse en un par de ocasiones, y por el que tiene que ser regularmente ingresado. Sus problemas aparecen expresos en canciones de este disco como ‘Where We Belong’, estupendo cierre en su conjunción de fríos sintetizadores y cuerdas; ‘Cry Like A Ghost’, ‘I’ll Be Alright’, ‘Constant Conversations’ y en realidad, casi todas. Entre tristes conclusiones como «soy demasiado cobarde para admitir cuándo necesito ayuda» (‘Take A Walk‘) y «puedo luchar contra todos mis demonios» (‘On My Way’), es increíble que alguien que cree que morirá dentro de no mucho o que duda que pueda hacer feliz a su novia, escriba una canción llamada ‘Love Is Greed’, que suene tan jodidamente esperanzadora.
Sin embargo, lo mejor es que en ‘Gossamer’ las letras y la historia detrás del disco es lo de menos, de la misma forma que tantísimo compositor en situaciones extremas no siempre logra sacar lo mejor de sí en sus canciones. La cuestión no es el drama detrás de la vida de Michael Angelakos, sino que, por alguna razón, y paradójicamente, sabe transformarlo en arte, en un pop que es difícil imaginar más eufórico, optimista, radiante y perfecto.
Calificación: 8,5/10
Lo mejor: ‘Take A Walk’, ‘I’ll Be Alright’, ‘Constant Conversations’
Te gustará si te gustan: Avalanches, Cut Copy, la euforia constante de Los Campesinos!… ellos mismos
Escúchalo: Deezer