«¿Cómo te voy a depilar el culo si te estoy preparando la merienda?». Con estas 13 palabras, una de las madres de ‘Quién quiere casarse con mi hijo’, una de las sorpresas de la pasada temporada, se cargaba de un plumazo aquello de «segundas partes nunca fueron buenas». El «comeback» del programa de Cuatro en el que cinco chicos buscan pareja en compañía de sus madres, lejos de defraudar, se consolidaba esta noche en sus pequeñas pantallas (las de la tele, iPhones y ordenadores) mientras el público flipaba en colores. ¿Qué no podrá conseguir una madre?
El año pasado el programa se caracterizó por una recreación en lo políticamente incorrecto inusitada en un espacio del palo, y este año los guionistas, entonando un espídico «¡¡que no decaiga!!» no han renunciado a meter a un gay entre los chicos, así como a un negro, a una china virgen pillándose su primer pedo, una transexual, una camionera, un tuno marica, una perdidísima fan de Dalí, varios modernos de postal, jóvenes madres sorpresa y varias pilinguis, entre otros, entre los candidatos. Todo ello para suscitar los gestos atónitos de los seleccionadores y sus progenitoras, a su vez aderezados por las músicas más perniciosas, tipo redoble de tambores cuando alguien va a hablar en inglés, ese idioma. Más claro, el agua: cuando el show cierra, un rótulo de Cuatro avanza el «próximo capítulo» y no el «próximo programa». Y es que en ‘QQCCMH’ todo es tan maravilloso que por momentos cuesta creer que estemos ante un trocito de realidad y no ante la nueva ida de olla de Almodóvar.
Hemos visto a un pijazo con complejo de Edipo paseando a sus gachís por el hipódromo, a un vendedor ambulante intentando penosamente pasarse por la piedra a todo chocho viviente en una discoteca, a un concursante de cierto aire a Pedro Marín «muy heterosexual» (¡de nuevo, esos rótulos!) echar fuego por la boca, y a dos gemelos intentando convertirse en la gran sorpresa de momento sin demasiado éxito. Y luego está el «gay y adoptado», claro, una verdadera estampa (literal) que presume de no haber leído más libro en su vida que una biografía de Ana Obregón y busca hombre «de chocolate», «latino sin pasarse» y que no sea más moderno que él. Su madre, en uno de los momentos con una camiseta de Frida Kahlo (un plano antes de que empezase a sonar ‘Bomba latina’ de Chico y Chica, ahí queda eso), promete ser la gran revelación. La nueva Toya, aunque en un estilo más chuslampreavesco (dice «yo creo que es etéreo» en lugar de «yo creo que es hetero»).
Habrá mucha estrella, mucha diversión, «mucho lagarto» como decía una, mucha Diva Fatale (¡»no soy ninguna lihera» ha sido pronunciado en pleno prime-time delante de toda España!) y mucha frase para la posteridad, pero yo de quien soy fan es del equipo del programa, de nuevo experto en sacar de la sociedad española lo mejor peor de sí misma y resumírnoslo bien mascado, moldeado y manipulado en 120 minutos que pasan en un suspiro.
Calificación: 9/10
Destacamos: todo menos el extraño cásting gay lleno de strippers y camioneros (ya sabéis, lo típico) y los gemelos, que de momento, aburren
Te gustará si te gusta: la TELE
Predictor: éxito seguro