La cantautora norteamericana pionera en esto de labrarse su propia carrera al margen de la industria (más o menos), sufrió un pequeño bajón con la edición de ‘The Forgotten Arm’, un disco tan ambicioso en concepto que crítica y público no lograba empatizar con sus canciones de una manera tan fácil como venía ocurriendo en sus anteriores álbumes. Aimee Mann se resarció de ello retomando sus maneras más sencillas y eficaces para su muy buen anterior álbum, ‘@#%&*! Smilers’, y este ‘Charmer’ es una dulce prolongación del mismo estilo.
Hace tiempo que Mann perfeccionó su propia fórmula de pop adulto y elegante, que bebe directamente y sin tapujos de los mejores cantautores pop de los años 70 (Billy Joel, Elton John, Elvis Costello, etc), que no necesita de efectismos ni vacuas sorpresas para interesar y encantar. Su verdadero talento está en que, disco tras disco, consigue conservar el equilibrio entre magia y eficacia con una soltura y aparente facilidad sorprendentes. La noticia es que no hay noticia: producido, una vez más, por su bajista Paul Bryan, que continúa apostando por los teclados de sonido retro como sustituto de arreglos más clásicos y pomposos, el octavo álbum de estudio de Mann es otro álbum brillante.
De nuevo nos hallamos ante una imponente colección de canciones encantadoras y exquisitas, que parece que estén ahí desde hace décadas pero, qué cosas, solo la ex ‘Til Tuesday haya sabido dónde ir a buscarlas. No hay sobresaltos. Los singles ‘Charmer‘ y ‘Labrador’ destacan un par de dedos, no más, por encima de ‘Slip & Roll’, ‘Crazytown’, ‘Gumby’ o ‘Soon Enough’, con mención especial para el momento guitarrero de ‘Gamma Ray’, el punto folkie de la final ‘Red Flag Diver’ y el fantástico dueto con James Mercer, ‘Living A Lie’, que parece dar explicación a los derroteros de los últimos The Shins.
Y de nuevo, tras la aparente dulzura de sus melodías, están los amargos mensajes de sus letras, mordaces y ácidas para con la humanidad contemporánea. En este caso, se decide por desmitificar lo que aparentan ser grandes virtudes: las personas encantadoras esconden siempre un narcisista (‘Charmer’) y la lealtad es un claro signo de una baja autoestima (‘Labrador’). La regularidad de Mann es ya intachable, pero ‘Charmer’ en su conjunto está incluso por encima de su media, empujándonos a afirmar que estamos ante uno de los tres mejores álbumes de su carrera (junto a ‘Bachelor No. 2’ y el infravalorado ‘Lost In Space’), lo cual es mucho decir.
Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Labrador’, ‘Crazy Town’, ‘Charmer’, ‘Living A Lie’, ‘Slip & Roll’
Te gustará si te gusta: Ron Sexsmith, Elvis Costello, Joe Henry
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