“Esta película no puede ser tan mala”, pensé cuando llegaron las primeras noticias del batacazo crítico y comercial de ‘Los amos del barrio’ (la confusa y poco afortunada “traducción” del original ‘The Watch’). Vale, Akiva Schaffer no es Apatow -y su debut como director en ‘Flipado sobre ruedas’ (2007) no estuvo a la altura de su prestigio como responsable del ‘Saturday Night Live’- pero talento para la comedia tiene de sobra. Y luego está el guión. Seth Rogen y Evan Goldberg son un icono de la nueva comedia americana. Juntos demostraron sus dotes para la escritura cómica en los guiones de ‘Supersalidos’ (2007) y ‘Superfumados’ (2008).
Y qué decir del reparto. El gran Ben Stiller (qué ganas de ver la secuela de ‘Zoolander’), Vince Vaughn, Jonah Hill y el salto a Hollywood de Richard Ayoade (que acaba de estrenar en España ‘Submarine’, su debut como director). Sin olvidar la presencia de la estupenda (y aquí desaprovechada) Rosemarie DeWitt como mujer de Stiller, el cómico Will Forte como divertido sargento de policía y Billy Crudup como inquietante vecino.
Entonces, ¿es tan mala? Ni mucho menos. ‘Los amos del barrio’ combina con habilidad la comedia gamberra de adultos inmaduros, con influencia de ‘Resacón en Las Vegas’ (ver la escena de las fotos), y la parodia de ciencia ficción a lo ‘Los cazafantasmas’ (1984). Schaffer se apunta al revival ochentero haciendo guiños a Spielberg (ese memorable gag musical homenaje a ‘Encuentros en la tercera fase’ y ‘E.T. El extraterrestre’) y rescatando del olvido (no sé si de forma consciente) la divertida película de Joe Dante ‘No matarás… al vecino’ (1989).
Salvo un final de lo más forzado (el habitual “regreso al orden” de este tipo de comedias), el alargamiento de algunos chistes (el “semen” alienígena) y la sobada parodia de disparos en bullet time (¿hasta cuándo se va a seguir haciendo? ¡‘Matrix’ tiene casi 15 años!), ‘Los amos del barrio’ consigue su cometido: divertir y agradar a la vez que elaborar un discurso más o menos incisivo sobre la figura del “buen vecino”, ese ciudadano modélico que disfraza de compromiso hacia su comunidad una realidad teñida de motivos egoístas y actitudes fascistas. 7.