Javi y yo hemos sido los últimos en levantarnos hoy. Lo cierto es que lo de que se tenga que volver a Madrid antes de tiempo nos trastoca bastante los planes, y pasamos la noche buscando la mejor manera de sacarlo adelante. Y no pudimos dormir (y tampoco pudo Briiiiian…). El principal problema es que Javi no va a llegar a coincidir con Iván en el estudio, de manera que no podrá grabar nada en los dos temas que compone y canta él. Podría grabarlo sobre la guía, pero no es una opción que nos convenza a ninguno.
Cuando lo hablamos con Paco y Muni (mujer de Paco y reclamo secreto del estudio por su simpatía y habilidad en los fogones: «venga por la producción, quédese por la comida»), nos dicen que no nos preocupemos. No les importa perder un par de días de los que hemos reservado ahora si Javi no va a poder grabar todo lo necesario. Puede enviarnos los sintes desde Madrid y grabar el resto cuando bajemos a mezclar. De manera que decidimos seguir con el plan previsto, dedicando las tardes a avanzar con teclados, voces y guitarras (hoy llega Javi Monserrat, el nuevo guitarrista) y las mañanas a acabar las baterías y bajos que quedan. Así, antes de comer, Eli y Laura acaban con su parte en ‘Dudo que el amor nos salve’, un baladón bigger-than-life algo fuera de época para el que hemos pensado unos arreglos de cuerda y vientos ideales para cerrar conciertos a lo Elvis cuando construyan Eurovegas.
A Eli y a Javi no les convence mucho cómo empieza la letra de la canción: “Nos enamoramos en la clínica de venéreas / fue un fin de semana de antibiótico y felicidad”. Piensan que lleva la canción a un terreno cómico. Yo no estoy muy de acuerdo. Creo que al igual que sucede con algunas películas, que reciben el calificativo de comedias por alejarse de lo común, hay muchos músicos que asocian con esa misma idea (pienso en gente como Anntona), cuando más bien hacen dramas poco convencionales. Lo que no significa que no haya humor en ellos.
Me gusta la idea de hablar de un amor que empieza en un sitio tan poco propicio para ello y me cuesta encontrar una metáfora más apropiada para hablar de cómo a veces el equipaje emocional que arrastramos de relaciones pasadas nos impide ser felices y arriesgarnos a conocer a alguien nuevo. “Y aun así, no paramos de buscar / no nos rendimos y al final / todo arde”. Manu.