Los sevillanos Pony Bravo han cerrado la gira de ‘Un Gramo de Fe‘ con prácticamente igual repertorio con el que aterrizaron en la misma sala, la madrileña Joy Eslava, en enero de este mismo año -quizá por la relativa cercanía de este concierto el lugar no estaba a rebosar, como la anterior vez-, pero con una diferencia de espíritu notable. Sin variar apenas su forma de tocar, han dejado de lado su faceta más cortante y post-punk en favor del rollo dub en el que el bajo es el auténtico protagonista: simbólicamente, Pablo Peña, el principal bajista (se intercambian los instrumentos) y compositor del grupo paralelo, los radicales Fiera, se ha cortado la melena que le caracteriza y ha lucido un rapado bastante alejado de la marca de la casa.
Quizá este cambio se ha hecho más patente en las canciones de su primer disco, ‘Si Bajo de Espalda No Me Da Miedo (y Otras Historias)’, aunque con matices: la alucinógena ‘El Piloto Automático’ se ha conservado con pocas variaciones, mientras que ‘El Guarda Forestal’ ha completado una transformación hacia unos terrenos más expansivos y aturdidores. Uno desea a veces que las canciones se extiendan todos los minutos que haga falta, sin importar el final, que muten y que se vuelvan otras, pero ahí Pony Bravo se han mostrado más conservadores de lo que nos acostumbran. Es posible que el público actual sea reticente a esta clase de experimentos pero dudo de que a los que han movido su cuerpo hasta la extenuación con la apoteosis final de ‘La Rave de Dios’ (juegos de luces de la famosa roseta de la Joy Eslava incluidos) les hubiera importado que durara el doble.
Antes, los sevillanos hicieron homenaje a Devo, grupo con el que comparten espíritu transgresor y surrealista sentido del humor, versionando ‘Whip It’, y presentaron dos temas nuevos: ‘Mi DNI’, un spoken word sobre lo que realmente “importa” en el mundillo musical que ya tocaron el pasado enero, y ‘Eurovegas’, una fantasía kitsch que le viene al pelo a la temática de la canción. A pesar de haber terminado ya de grabar su nuevo disco, han preferido centrarse en ‘Un Gramo de Fe’, que han tocado prácticamente de principio de fin, incluyendo las improbables ‘Salmos 52:8’ y ‘Mangosta’, transformada para el directo en otra demostración de que Pony Bravo sigue una senda única en la música española, en la que los estilos más dispares encajan con peculiar singularidad gracias a un imaginario familiar y extraño al mismo tiempo, pero tremendamente personal.