My Bloody Valentine / m b v

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My Bloody Valentine / m b v

My Bloody Valentine no necesitaban publicar un nuevo disco para convertirse en leyenda, algo que ya había ocurrido siendo uno de los grupos más referenciados e imitados de la historia con una discografía de dos, apenas dos, álbumes. Eso sí, discos soberbios e históricos (especialmente en el caso de ‘Loveless’) que cambiaron sin duda el rumbo de la música pop. Pero sorpresivamente, tras años (más de veinte, concretamente) de elucubraciones y rumorología, cuando ya ese tercer disco del grupo formado en Dublín era una de los más recurrentes misterios de la música moderna, nos encontramos desde hace unos días frente a ‘m b v’. Y nos sentimos como si, de repente, viéramos por la tele que han descubierto un unicornio salvaje pastando en los campos de una remota isla del Pacífico.

Quizá el aluvión diario de información no nos deje percibirlo como tal, pero este es un momento (digámoslo otra vez) histórico y como tal merece la pena observarlo. Y uno siente, incluso, una responsabilidad excesiva al juzgar una obra así, cuando su predecesor, el citado ‘Loveless’, ha podido ser objeto de un minucioso estudio durante sus veintidós años de vida pública. Así lo quiso su principal artífice, Kevin Shields, que ya logró que su grabación pasara a los anales como una de las más polémicas que se recuerdan desde los tiempos más locos de Brian Wilson, con unas sesiones interminables, asistidas por un número bochornoso de técnicos (¿quién no tiene un amigo que conoce a un ingeniero de sonido que participó en la grabación de una pista de triángulo de ‘Loveless’?) y que estuvo a punto de llevar a la quiebra al entonces poderoso sello Creation.

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Dado pues el escasísimo margen que tenemos para analizar ‘m b v’ en contraste con su predecesor, no ha lugar a detenerse demasiado en los detalles. Hay que dejar que juzgue la epidermis, la primera impresión, y esa nos dice que estamos ante un giro sonoro mínimo con respecto a los My Bloody Valentine de 1991. Parece pequeño si tenemos en cuenta que han pasado décadas pero, ¿por qué demonios es necesario que una música tan bella, tan única, esté abierta a lo que ha pasado en el resto del pop cuando ya alberga un universo propio? Eso es básicamente ‘m b v’, una nueva mirada al universo que ya conocíamos de My Bloody Valentine.

Tiene perfecta lógica que estas nuevas canciones no suenen muy alejadas de las viejas: como aquellas, han sido grabadas y mezcladas sin tecnología digital, por el mismo productor (Shields y solo Shields) y por los mismos músicos que integraron la formación más mítica del grupo y que reapareció hace un par de temporadas, inesperadamente, en directo. De nuevo, Colm Ó Cíosóig a la batería, Debbie Googe (la sustituta de Mani en la nueva formación de Primal Scream, recordamos) al bajo y Bilinda Butcher en la voz y la segunda guitarra, se alinean con Kevin para rematar un trabajo que comenzaron y dejaron sin acabar en la segunda mitad de la década de los 90, desplegando con total frescura su característico sonido de guitarras planeadoras, voces de psicofonía, armonías extrañas y afinaciones locas.

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‘Only Tomorrow’, ‘Who Sees You’, ‘Nothing Is’, ‘In Another Way’ se esmeran en crear pequeños bucles sonoros (han sido tan comedidos en minutaje que no podemos hablar de drones, por poco) que apuntan, como han declarado, a una expresa vocación por alejarnos mentalmente del planeta. En todas ellas retoman el protagonismo de sus principios el bajo y, sobre todo, las baterías, galopantes y poderosas como solían en sus inicios, evidenciando que ‘m b v’ es una leve vuelta de tuerca al sonido de ‘Loveless’ pero también mantiene cierta conexión con ‘Isn’t Anything’ y sus primeros EPs. Quizá el momento en el que ambos caminos, contundencia e intención escapista, confluyen a la perfección sea en la formidable ‘Wonder 2’, que deja un poco en cueros, tanto en intenciones como en ejecución, a aventajados alumnos como Health o Fuck Buttons.

En la vertiente más ensoñadora del grupo, también son infalibles. El maravilloso arranque sostenido de ‘She Founds Now’ (aprovecho para saludar a Los Planetas), los dos preciosos movimientos que conforman ‘Is This And Yes’ (una larga intro con un total protagonismo de los teclados, que nos remite a los Stereolab más ensoñadores) e ‘If I Am’ (aprovecho para saludar a Beach House) y el número directamente popi que es ‘New You’ (que servirá para que muchos fans de llevar tapones en los conciertos se rasguen las vestiduras) conforman esa otra y casi olvidada faceta accesible del grupo. Se trata de un disco imponente y a la altura de la leyenda, que aunque reclama más (muchas más) escuchas, también entra a la primera. Tras un par de vueltas, deja adivinar que encierra tantos detalles y secretos como sus álbumes previos, quizá excesivamente endiosados, pero evidentemente seminales. Decepcionará a quien esperara otra piedra filosofal del pop para rumiar durante otro buen puñado de lustros o al menos algún tipo de evolución en la banda. Pero, ojo, tengamos en cuenta que evolucionar es para los que necesitan cambiar algo de sí mismos, mejorar para no estancarse. Para los que están tocados por una mano que les eleva por encima del resto no hay evolución que valga.

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Calificación: 9/10
Lo mejor: ‘Wonder 2’, ‘Only Tomorrow’, ‘Nothing Is’, ‘If I Am’
Te gustará si te gusta: Health, Fuck Buttons, TPOBPAH, los primeros Planetas
Escúchalo: Youtube

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