Nadadora se despiden en el Lara

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Nadadora se despiden en el Lara

Si no me falla la memoria, creo que sólo hay un grupo de los que admiro al que he visto nacer y desaparecer y ese es Nadadora. Bueno, nacer, casi: los conocí con su primer LP y a partir de ahí me hice con el EP que habían publicado anteriormente. Diez años parecen mucho tiempo pero cuando vas alcanzando la treintena te das cuenta de que son una breve fracción de tiempo, que algunas cosas han podido cambiar pero que en esencia todo sigue igual. Por ello, la sensación de que se han marchado antes de tiempo es mayor si cabe. Se les va a echar mucho de menos y añoraremos una vuelta a la actividad con un poco de esperanza. Mientras tanto, quedará en la memoria su concierto de despedida en el Teatro Lara, recinto más que apropiado por su buen sonido y por estar patrocinado por una cerveza gallega, haciendo a los de O Grove sentirse como en casa.

En el escenario predominaba el color negro y aunque muchas veces suele ser así, en esta ocasión tenía más sentido al suponer este concierto el final del camino para la banda. Ante el repleto teatro ofrecieron un set de hora y veinte, concentrando en él lo mejor de su carrera, desde ‘Aventuras Dentro De Cajas’ (2004) hasta ‘Luz, Oscuridad, Luz‘ (2010), pero sin olvidarse de las canciones que les vieron nacer en maquetas como ‘El Cielo De Antenas’ (2003). Equilibrando la elección, comenzaron calentando motores con ‘Invierno Contigo’ para seguir con otros temas como ‘Deshazte De Mí’, ‘Sólo Sombra’ o ‘Incendio#3’, con el que se vivió uno de los momentos más emotivos de la velada.

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Durante la mitad del set, el público mantuvo una actitud tranquila pero muy cercana hacia el grupo, aplaudiendo como loco entre canciones. Despedir así a Nadadora hubiese estado bien, contemplando respetuosamente su producción musical y celebrándola con aplausos, pero cuando empezaron a tocar ‘1987’, todo cambió: el funeral se convirtió en una fiesta, con el público levantándose y corriendo hacia el escenario, bailando y dando saltos como si allí se fuese a acabar el mundo (y en realidad algo tocaba a su fin, así que era de rigor darlo todo). Con ‘20.000 Veces’ se despidieron momentáneamente para volver, pero no fue un bis cualquiera: antes de interpretar sus últimas canciones como banda, Gonzalo (guitarra, voz y compositor principal) aprovechó para dar las gracias a todos los que habían apoyado al grupo durante su trayectoria, desde productores hasta periodistas y por supuesto sin olvidarse de sus respectivas familias. En aquellos momentos ni Gonzalo ni Sara (voz y guitarra rítmica) podían contener la emoción y es que no era para menos, pero resistieron y fueron a lo que mejor saben hacer: primero interpretaron la balada ‘Outubro’ ellos dos solos, para ser acompañados por el resto (Daniel a la batería, Edu al bajo y Moncho a los teclados) en ‘Una Nueva Vida’ y la sobrecogedora ‘Siempre’, tema perfecto para cerrar el set, en el que el quinteto sintió cada acorde, cada nota, cada golpe con el corazón en un puño y el público vivió también esa emoción. Eso fue todo. No sé si se les pudo pedir más, pero lo que sí sé es que dieron todo lo que tenían, interpretando sus temas con pasión y fuerza y el público correspondió. Se fueron por todo lo alto y así lo recordaremos los allí presentes.

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