Aunque su título invite a pensar en un recopilatorio definitivo de música tradicional balcánica (al estilo de la serie ‘Máquina Total’), nada más lejos de la realidad. El nuevo álbum de Dan Friel, el primero tras la escisión definitiva de su banda Parts & Labor (pioneros del llamado math-rock), solo podría tratarse de folklore si nos imagináramos, al estilo Philip K. Dick, la música que un ciborg indigente, programado con software artístico, tocara para ganarse unas perrillas en las calles de una megaurbe del siglo XXXII. El figurado humanoide interpretaría un pastiche de bubblegum, hip hop, punk, break beat, psicodelia y funk que, a través de sus válvulas fundidas y herrumbrosas, suena sucio y distorsionado, pero evoca eficazmente un pasado mejor.
‘Total Folklore’ es música del futuro hecha artesanalmente: el propio Friel ha ido construyéndose un kit musical a partir de un viejo teclado Yamaha de 1984 al que ha ido añadiendo pedales y todo tipo de gadgets, con los que ha grabado el álbum íntegramente en un antiguo ordenador doméstico. Por no hablar de que las melodías de estas nuevas canciones han sido transformadas en cajas de música que el de Brooklyn ha fabricado en casa usando latas de conserva. El músico lleva, no uno sino varios, pasos más allá la propuesta que ya hacía en su primer álbum, ‘Ghost Town‘ (2008), valiéndose de las mismas descacharrantes sonoridades que entonces pero mejorando ostensiblemente el conjunto con una base rítmica mucho más contundente y certera.
‘Thumper‘, el adelanto del disco, era ya una buena muestra de este significativo avance, con su azucarada melodía cabalgando sobre una lenta mole de bombo que se desboca hacia el final, invitando a una comunión caótica y orgiástica (no puedo dejar de imaginarme, otra vez, la locura que podría desatarse con este tema sonando al amanecer en algún buen festival veraniego). Ese caos destartalado, encantador e hipnótico es desplegado en ‘Valedictorian‘ (tema ya publicado el pasado año en un maxi que oficializaba su fichaje por el sello Thrill Jockey), ‘Landslide’, ‘Velocipede’, ‘Badlands’ o ‘Scavengers’ con idéntico acierto, en una loca espiral sin descanso (es un decir: hay tres ‘Intermissions’ que regalan una rara, breve y traicionera paz). A la postre, da un poco de pena que Friel haya decidido arrancar con los casi trece minutos de ‘Ulysses’, un pequeño escollo (aunque apasionante, eso sí) que no hace presagiar el extraño paraíso pop que esconde tras él. Con un apropiado radio edit (que para colmo existe), estaríamos con total seguridad ante otro de los discos del año, a estas alturas.
Calificación: 7,9/10
Lo mejor: ‘Thumper’, ‘Landslide’, ‘Valedictorian’, ‘Badlands’
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