Los tres años que ha tardado en llegar ‘Blue Valentine’ a España son un obstáculo más en el accidentado camino que ha sufrido esta película. A su director Derek Cianfrance le ha costado doce años rodarla. Ni siquiera la buena acogida de su debut, ‘Brother Tied’ (1998), le permitió hacerlo antes. Mientras movía el guión de productora en productora, estuvo un tiempo realizando documentales para televisión. Hasta que un día llegaron Ryan Gosling y Michelle Williams. Gracias a su implicación en la producción se pudo rodar finalmente la película.
El filme fue muy bien recibido en Sundance y los actores recibieron sendas nominaciones para los Globos de Oro y una, Michelle Williams, para los Oscar. Pero, otra vez, no fue suficiente. La película tuvo un estreno muy limitado en EE UU. Desde ese momento, y tras su paso por festivales de todo el mundo (como el de Gijón), empezó a sumar adeptos y a adquirir categoría de culto, de película invisible y singular protagonizada por dos estrellas emergentes de Hollywood.
‘Blue Valentine’ es algo así como una versión indie con música de Grizzly Bear de la maravillosa ‘Dos en la carretera’ (1967), la narración de la disolución de una relación amorosa que es constantemente agujereada por dolorosos flashbacks que muestran su nacimiento. Una película levantada sobre una enorme elipsis, el tiempo transcurrido entre el comienzo y el final de la relación, que el espectador debe completar con las pistas que el director le va dejando: rastros manchados de frustración, decepción, alcoholismo y desencanto.
Cianfrance cierra el plano y, en una decisión muy cassavetiana, encierra a los actores en el encuadre. Se pega a la carne de unos excelentes Ryan Gosling y Michelle Williams y les desnuda emocionalmente para articular un discurso sobre el machismo femenino (una de las tesis más interesantes de la película), la dialéctica entre la ambición y el conformismo, y las tensiones sentimentales de la clase obrera.
Pero ‘Blue Valentine’ es también una película algo desnivelada por el peso de sus contradicciones. El director no puede evitar darle a todo el conjunto un molesto barniz cool que va en detrimento de su verosimilitud. A diferencia de las mucho más coherentes y argumentalmente parecidas ‘Olvídate de mí’ (2009) y ‘5 x 2’ (2004), ‘Blue Valentine’ cae a ratos en la afectación estilística (los flashes de los créditos finales), la concesión epatante (el baile y la cancioncilla con el ukelele) y el énfasis degradante (la caracterización algo forzada del Ryan Gosling maduro).
Aun así, con estos defectos que la alejan de esos grandes títulos sobre la desintegración de la pareja, ‘Blue Valentine’ es una recomendable historia de (des)amor que hace que esperemos con ganas la próxima película de su director, el drama criminal ‘The Place Beyond the Pines’, anunciado para el mes de marzo. 7,5.