Trece discos después la música de Josephine Foster sigue siendo interesante, quizás no tanto por la atemporalidad de sus canciones, que también, sino más bien por lo que es capaz de hacer con ellas su autora con esa vocecilla operística que estrenó, atención, cantando en funerales. Quizás algo de ese espíritu haya inspirado la oscuridad de los temas de ‘I’m A Dreamer’, un trabajo con el que Foster nos devuelve, sin pretensiones, con toda la honestidad posible, al paisaje musical de principios del siglo XX. Toca desempolvar el gramófono.
Con ‘I’m A Dreamer’ Foster ha vuelto a rodearse de una banda de excepción. Por supuesto a la guitarra eléctrica continúa su marido Víctor Herrero, con el que ha publicado un par de discos de flamenco, pero en este nuevo proyecto le han echado una mano ocho músicos más entre los que se encuentran el prestigioso pianista Micah Hulscher y la chelista islandesa Gyða Valtýsdóttir. Foster se ha encargado de tocar la armónica. En total, diez músicos en un disco que, no obstante, suena en todo momento sereno e introspectivo, como una otoñal tarde de café en cualquier granja de Colorado.
Fue Colorado, de hecho, la ciudad natal de Foster, la que inspiró su anterior trabajo ‘Blood Rushing’. Este ha sido grabado en Nashville y Foster se encuentra más cómoda en el country blues (‘My Wandering Heart’) o el jazz tabernero (‘This Is Where the Dreams Head, Maude’), encontrando también momentos más de cabaret de mala muerte (‘Amuse a Muse’) o directamente folk sin más (‘No One’s Calling Your Name’). La primera pista del disco es pura tradición americana e incluye el término ‘Sugar Pie’, que en voz de Foster no suena anticuado sino actual porque Foster no vive en 2013 sino en 1940.
Entre las ideas más encantadoras del disco está la letra de ‘Blue Roses’, rescatada de un poema de Rudyard Kipling, y la influencia hawaiana de esta misma canción ejecutada por ese delicadísimo pedal steel. La tenue ‘Magenta’ incluye unos trémulos acordes de guitarra de fondo que no solo aportan profundidad sino que resultan poderosamente evocadores en su simplicidad. Y ‘Cabin In the Sky’, la pista final, es una bonita versión del compositor ruso Vernon Duke, autor de la mítica ‘Blue Moon’ que tan preciosamente versionó para su disco de 1954 una vocalista con bastante en común con Foster, Jo Stafford.
Algunas críticas ya hablan de ‘I’m a Dreamer’ como una obra maestra que va a cambiar el sonido de la música tradicional americana hecha hoy. Quizás eso es ir demasiado lejos, pero sin duda el nuevo álbum de Foster es uno de sus mejores, y quizás junto a su imprescindible debut ‘Hazel Eyes, I Will Lead You’ el que nos da una idea más clara de quién es Josephine Foster como artista: peculiar, delicada y atemporal.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Sugar Pie I’m Not the Same’, ‘Amuse a Muse’, ‘Blue Roses’, ‘Magenta’
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Escúchalo: Deezer