«Arena en mis zapatos y muerte en mis pensamientos». The Raveonettes logran explicar el significado de su séptimo disco tan pronto como en sus primeros segundos. ‘Endless Sleeper’ comienza con un ritmo descaradamente bossa que pronto deriva en el clásico sonido shoegaze de la banda, esta vez para expresar el dolor de Sune Rose Wagner tras la muerte de su padre en la Nochebuena pasada. La peculiaridad es que el título del álbum remite a las playas de Hawaii y esta canción inicial habla de una experiencia cercana a la muerte de Sune en 2008, cuando estuvo a punto de ahogarse precisamente en este archipiélago. Playa y defunción. No es la primera vez que The Raveonettes logran construir algo hermoso a partir de un muro de sonido que genera horror (para bien), con textos que remiten a muy turbios fantasmas, pero esta canción, con efectos como sacados de las paradisíacas islas, supone cierta renovación de su discurso.
Lo mismo sucede en la segunda parte de ‘Z-Boys’, donde las guitarras logran sonar como un millón de olas llegando a la orilla, y también acertado resulta el tema expresamente dedicado al padre de Sune, ‘Kill!’, electrónico y sucio como los Primal Scream de la década pasada (parece clave la producción de Justin Meldal-Johnsen, quien ha trabajado con Garbage, School of Seven Bells, etcétera), explicando muy bien la relación que tenía con él y aquellas cosas que solía asociarle, que son las mismas con las que asociamos a Raveonettes: «Alcohol, infidelidad, la sensación de abandono son parte de mi historia con él desde que le pillé acostándose con una pelirroja en la habitación de mis padres a los diez años», recordaba en una entrevista reciente.
Así pues, la inocencia y la perversión que hemos conocido en la carrera de Raveonettes (¿quién ha metido durante toda su carrera a las Shangri-La’s y a la Velvet en el mismo saco?), vuelven a encontrarse en pistas como ‘When Night Is Almost Done’, ‘The Rains of May’, ‘Sisters‘ (en la que rápidamente pasamos de My Bloody Valentine a la delicadeza de un arpa), o ‘Wake Me Up’, en cuya letra se encuentran el bien y el mal. Es una pena que esta última canción termine antes de tiempo quedando a medias, o que ‘Killer in the Streets’, con esa base casi tipo Happy Mondays -una referencia raruna en una discografía que parecía obsesionada con unos referentes muy concretos- sea sólo una excepción. Al final, las sorpresas no están tan presentes como esbozadas y el grueso del disco suena demasiado a conocido. ‘Pe’ahi’ es una buena obra, pero un séptimo álbum habría necesitado novedades mucho más extremas o sencillos más decididos para competir con lanzamientos como ‘In and Out of Control‘ o ‘Pretty in Black‘.
Clasificación: 6,9/10
Lo mejor: ‘Endless Sleeper’, ‘Kill!’, ‘Wake Me Up’, ‘When Night Is Almost Done’
Te gustará si te gustan: los anteriores, al fin y al cabo, The Jesus & Mary Chain, la Velvet, Primal Scream
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