Lejos ya del, en palabras del propio Patrick Riley, «surf-pop lo-fi» de ‘Cape Dory‘, Tennis continúan expandiendo su sonido en su tercer trabajo de estudio, ‘Ritual In Repeat’, producido y grabado en tres estudios diferentes junto a tres productores diferentes: Richard Swift de The Shins desde Oregon, Jim Eno de Spoon desde Austin y Patrick Carney de The Black Keys desde Nashville.
El matrimonio formado por Alaina Moore y Patrick Riley nunca se ha caracterizado por el disimulo de sus influencias; de hecho, su encanto siempre ha residido en la frescura con la que las canalizaban y sobre todo en sus atemporales y perfectas melodías, de las que hay varias en este disco, empezando por el estupendo sencillo de presentación ‘Never Work for Free’, tan Fleetwood Mac que hasta Fleetwood Mac estarían orgullosos de haberlo escrito (¿pensarán lo mismo del nuevo single de One Direction?).
‘Ritual In Repeat’, que sucede al estupendo ‘Young and Old‘ (este año publicaban también un gran EP ya con Richard Swift), goza esta vez de una mayor claridad en la producción, lo cual, en el caso de Tennis, jugará en favor o en contra depende de a quién le preguntes, pero es evidente que el grupo ha buscado en su nueva entrega una ligera reformulación, lo que se traduce en un abandono del lo-fi en favor de una mayor limpieza sonora.
Esta reformulación, claro, viene acompañada de un puñado de grandes canciones que ya quisieran muchos para sí. ‘Needle and a Knife’, por ejemplo, cuenta con un gancho instrumental y un estribillo de 10, mientras la acústica ‘Wounded Heart’ no solo presenta una melodía preciosa, conmovedora, sino que sirve para que Alaina luzca su trémula voz de cantante clásica de los años cuarenta de un modo que ya se echaba en falta. Otras canciones redondas son ‘Night Vision’, de estelar estribillo, ‘I’m Callin’, toda una lección de estilo, o ‘This Isn’t My Song’, una deliciosa canción pop clásica de la que destacan las armonías.
El resto de cortes, como el rock suave de ‘Viv Without the N’ o la muy 50s ‘Timothy’, sobre un chico que es malísimo en la cama, no logran el mismo grado de brillantez pero sí constituyen un grupito de agradables cortes de relleno con los que Tennis completan su disco con dignidad. De nuevo, lamentablemente, no estamos ante un disco perfecto; más bien la calidad de sus cortes es algo irregular. Sin embargo, si reuniéramos en un solo CD todas las grandes canciones que han escrito Tennis hasta la fecha, probablemente no nos lo podríamos ni creer. Quizá ese disco no llegue nunca, pero mientras tanto, a Tennis le está quedando un repertorio bien potente que no puede sino mantenernos expectantes ante su crecimiento.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Night Vision’, ‘Never Work For Free’, ‘Needle and a Knife’, ‘I’m Callin’, ‘Wounded Heart’
Te gustará si te gusta: la música de los años 50, 60 y 70
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