Neil Young volvió a sorprender a sus sufridos seguidores este año anunciando un disco con acompañamiento orquestal, tan sólo unos meses después de su original y controvertido ‘A Letter Home‘. El resultado es este ‘Storytone’, que llega con sorpresas. La primera, que en realidad le acompañan dos orquestas: una sinfónica y una big band de jazz. La segunda -muy llamativa- es que el disco viene acompañado de otro en el que Young interpreta las canciones en solitario.
En algunas partes se ha extendido la idea de que este disco es un poco como si Young recogiese un cabo que dejó suelto en 1972 con aquella maravilla titulada ‘A Man Needs a Maid‘, de su disco ‘Harvest’, pero lo cierto es que canciones con arreglos de cuerda las ha habido en muchos más discos de Young, incluyendo el ‘Harvest Moon’ de 1992 o hasta el relativamente reciente ‘Prairie Wind’ (2005), donde había un par de temas con interesantes orquestaciones. Lo diferente esta vez es que nunca se había atrevido con un disco completo grabado de esta manera. Desgraciadamente, el resultado no es todo lo feliz que podría haber sido.
El comienzo no es muy prometedor. ‘Plastic Flowers’ presenta la tesis sonora de manera muy ilustrativa: Neil Young cantando acompañado por esos 92 instrumentos de cuerda y viento, pero de una manera muy distinta a los arreglos del legendario Jack Nietzsche (responsable de las orquestas de ‘Harvest’ y de la preciosa ‘Such a Woman‘ de ‘Harvest Moon’). La orquesta no ornamenta y complementa, sino que está a la par de la voz de Young, como en un musical de Broadway, o en una banda sonora de película (en los peores momentos del disco, casi de película de Disney). Un planteamiento que en sí no es malo, de hecho en este primer tema la curiosidad resulta aceptable. Sin embargo, cuando continúa con ‘Who’s Gonna Stand Up’ le invade a uno una sensación de incomodidad. Los arreglos de Michael Bearden (director musical de Lady Gaga, por cierto) son desmedidamente ostentosos, y en una canción-protesta a favor de salvar la tierra resultan totalmente indigestos, especialmente cuando aparecen esos operísticos coros. Cuando la canción concluye sólo hay una posible escapatoria: recurrir al disco de versiones en solitario, que redime a la composición completamente. Con una voz mucho más vulnerable, acompañada simplemente de un dobro, de repente Neil se transforma en un hombre de edad avanzada que expresa un temor, pero esta vez haciendo que suene sincero.
A medida que avanza el disco van apareciendo dispersas las tres canciones en las que Young se hace acompañar por una Big Band de jazz. De nuevo, no es la primera vez que explora un sonido similar: en ‘This Note’s For You‘ (1988) había profusión de vientos y guitarras “bluesy”. Pero el resultado era satisfactorio, y acompañaba muy bien el tono de cabreo de canciones como ‘This Note’s For You’, con su crítica a la mercantilización de la música pop. Sin embargo en ‘Storytone’ la fórmula no funciona, y hay algo de la sofisticación casi hueca de esos arreglos que no casa con las composiciones que Young ha escrito para la ocasión. Quizá sea un problema temático y la ruptura de su matrimonio después de 36 años y los consiguientes mensajes más o menos soterrados a su ex mujer (como en ‘Like you Used To Do’) no acaben de encajar con el estilo musical. O quizá las canciones no son suficientemente buenas: su escucha en versión «en solitario» las hace mejorar sólo en parte. El hecho de que sólo haya tres canciones de ese palo en todo el disco parece decir bastante, al igual que la existencia de ese segundo disco de versiones alternativas. Es una gran idea totalmente en consonancia con la era actual de dar diferentes opciones al consumidor, pero ese interés por que el oyente escuche las versiones desnudas induce a pensar que las versiones «finales» no han resultado definitivas a oídos de su autor.
Dicho todo esto, también hay que señalar que en la cara B del disco se produce una espectacular remontada. Y es que con Neil Young nada es nunca tan sencillo como parece. Salvo por un último bache estilo Big Band, las orquestaciones tienen mucho más sentido en esta segunda mitad. En dos de las canciones iniciales, porque por primera vez las cuerdas complementan a la canción sin sepultarla en glaseado. ‘Glimmer’ es sublime, y su arreglo apropiadamente emotivo para una letra de despedida que suena tan bella como su melodía: «Cuando conduzco el coche sin ti / todavía puedo verte ahí, a mi lado». Es, a la vez, una bienvenida a su nuevo amor: «El amor difícil puede dejarte prácticamente solo / Pero el amor nuevo lo trae todo de vuelta». Un alivio comprobar que después de todo Daryl Hannah (su nueva pareja) puede inspirar canciones como ésta, en la que todo suena tan en su sitio. La canción llega a recordar al mejor pop orquestal del gran Randy Newman. Igualmente, ‘Tumbleweed’ es una exquisitez. Prevalecen un ukelele, un arpa y algunos arreglos de viento, y las cuerdas aparecen después, en un claro segundo plano. La diferencia con la cara A es obvia. Quizá no por casualidad, esta andanada final se centra temáticamente en canciones para su nuevo amor.
Una diferencia que se acrecenta (para bien) en las dos canciones finales: en ‘When I Watch You Sleeping’ Young vuelve a coger la guitarra, hay lap steel, batería, órgano. La orquesta queda una vez más en segundo plano y el efecto es precioso. Cuando suena ese último ‘All Those Dreams’, sólo queda lamentar que el disco se haya quedado en una belleza a medias. Es una maravillosa canción que recuerda a lo mejor de ‘Harvest Moon’. Y de nuevo, reveladoramente, batería, acústicas… ¡hasta un bajo! Como una admisión final de que el planteamiento inicial era quizá demasiado arriesgado.
Neil Young merece un aplauso por seguir intentando hacer cosas diferentes, que le estimulen a él y desperecen a sus fans. Pero ‘Storytone’ habría tenido mucho más brillo reduciendo las canciones orquestadas a las que mejor funcionaban y dejando el resto en un formato más simple, o al menos aligerado de grandiosas cuerdas y aparatosos metales. Algo, en fin, más parecido a lo que había venido haciendo intermitentemente en los discos antes citados.
Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘Tumbleweed’, ‘All Those Dreams’, el disco de versiones en solitario.
Te gustará si: tu tolerancia al azúcar orquestal es elevada y eres capaz de soportar tres canciones de Neil Young y una Big Band hasta llegar a la mitad buena del disco. O simplemente si no te da reparo darle al botón de avanzar y empiezas directamente en la cara B.
Escúchalo: NPR