Todos tenemos (o deberíamos tener) claro que Hidrogenesse van a lo suyo y que no van a hacer nada que esté de moda. Carlos y Genís están tan en su mundo que uno tiene la certeza de que si una vez ese mundo moló, en el peor sentido de la expresión, fue casi por casualidad. Por eso tiene todo el sentido que, aunque sea por rabia, como ellos dicen, dediquen todo un disco a hablar de su atracción creciente por las ruinas (esa palabra era el primer título del disco), lo viejo, reivindicando el valor de lo supuestamente caduco.
Su intención era crear un disco de acumulación, inconexo y caótico, sin hilo conductor claro, en el que cada canción sirviera, además, como banda sonora para un tipo de película diferente (un biopic, una de aventuras, et al). La capital italiana resumía a la perfección todos esos aspectos, incluida la constante convivencia de idiomas que aquí también se ve representada en la inclusión de castellano, catalán, inglés (Joel Gibb -The Hidden Cameras- canta en ‘That International Rumour’), francés (Jérémie Orsel -Dorian Pimpernel- canta en ‘¿De qué se trata?’) y hasta italiano (como claro homenaje a sus estancias en Roma que les sirvieron para culminar sus canciones): de ahí que la ciudad bautice finalmente este disco.
Desde luego, resulta de lo más coherente tardar seis años en grabar un disco con ese leit motiv y también excusa que, a grandes rasgos, sea muy difícil encontrar diferencias con las texturas y sonoridades de ‘Bestiola’ o el semi-accidental ‘Un dígito binario dudoso‘ (si acaso, que el dominio de Genís del sintetizador modular parece ya total). Pero eso está directamente relacionado con cierta falta de frescura y efervescencia que los más veteranos seguidores de Hidrogenesse podemos echar de menos en ‘Roma’. Ya no nos sorprenden como antaño, y eso nos jode porque, precisamente, nos hace sentir un poco viejos. Y ni siquiera podemos agarrarnos al hilo conductor que ofrecía el homenaje a Alan Turing de su anterior y bonito disco. A los que vamos a ser viejos, nos gustan esas cosas.
Ningún disco largo de Hidrogenesse, al menos para mí, se ha caracterizado por su inmediatez. Siempre necesité varias escuchas para que me ganara, y ‘Roma’ no parece una excepción, pese a comenzar de forma rotunda con ‘Dos tontos muy tontos’ (dedicada a las parejas eternas, como ellos mismos), ‘A los viejos‘ (con tintes de sintonía cómica) y ‘Siglo XIX’ (electropop saltarín de la vieja escuela). Máxime por esa desestructura en su secuenciación que, por ejemplo, coloca la recuperada ‘Moix‘ (aquella canción-homenaje al autor catalán y a su fascinación por Egipto, germen del álbum) después de una ‘¿De qué se trata?’ extraña y de ritmo también lento, pero antes de una ‘El hombre de barro‘ que, pese a su convincente encuentro entre Kraftwerk y la cumbia, queda medio aislada. Un caos que también afecta a unas canciones que tienden a lo rococó, acumulando puentes, giros y pre-estribillos, esquivando patrones convencionales que faciliten cogerles cariño rápidamente (el caso más flagrante es el teatral tema que homenajea a ‘Elizabeth Taylor’).
Como ocurriría al enfrentarse a esa casa llena de trastos que aparece en el libreto del disco, si uno se sumerge en esa incómoda falta de armonía y observa con detenimiento los elementos que componen esa «pirámide de basura», encuentra cosas que tienen un valor por sí mismas, individualmente. Contemplado así, uno acaba por encontrar su punto a cada uno de los cortes, no solo a los más inmediatos sino también a los más raritos. Degustando con cuidado cada ripio, cada entrada de un nuevo e inesperado sonido, cada guiño a su sin par universo, ‘Roma’ cobra todo el sentido y acabamos queriendo (al menos un poco) cada corte. Especialmente los que son tan inspirados (e inspiradores) como ese fantástico punto final que marca ‘Aquí y ahora’, de nuevo apuntando a la magia, con un mensaje casi metafísico, de la acumulación inconexa de objetos y datos de toda procedencia; o como la romántica ‘Escolta la tempesta’, una fantástica descripción de las sensaciones que imprime una tormenta, en una construcción progresiva (de nuevo, Kraftwerk) realmente emocionante.
‘Roma’ puede no contener la excitación de sus mejores singles, pero ellos han evolucionado y aquellos oyentes tampoco son (somos) los mismos. Pero permanecen la (muy necesaria) actitud irreverente, la conmovedora singularidad y el ingenio inagotable de un dúo que, con discos así, está marcando a parte de una generación de futuros viejos.
Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘A los viejos’, ‘Escolta la tempesta’, ‘Aquí y ahora’, ‘El hombre de barro’
Te gustará si te gustan: Sparks, Kraftwerk, Gary Numan.
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