‘The Slap’: softer, worse, slower, weaker

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‘The Slap’: softer, worse, slower, weaker

The SlapAunque desde nuestra maltrecha ficción televisiva nos parezca lo contrario, los estadounidenses no son tan innovadores como parece, y de hecho tienen cierta afición al remake, especialmente en lo que a series se refiere. ¡Y no siempre hacen un buen trabajo! Ahí está, por ejemplo, ese horror de ‘Los Misterios de Laura’ (sí, un remake de una serie española). Tienen otros buenos, como el de la británica ‘Shameless’ o la danesa ‘The Killing’. Y tienen otros por los que la Corte Penal Internacional debería perseguirles, como ese crimen que perpetraron al convertir ‘Sherlock’ en ‘Elementary’.

Pero si hay una constante en los remakes americanos, esa es la tendencia a suavizarlos. Ese es el motivo por el que al acercarnos a uno hemos de hacerlo con cautela. ‘The Slap’ es una adaptación de la serie australiana del mismo nombre, que a su vez es una adaptación de la novela homónima de Christos Tsiolkas. ¿La razón para adaptarla a la televisión? Su argumento no puede ser más atractivo: en una fiesta familiar con amigos, uno de los asistentes abofetea a un niño con el que no está relacionado. Un niño al que, todo sea dicho, hasta la madre más maternal hubiese deseado abofetear. La tormenta de reacciones que eso provoca, obviamente, es descomunal.

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Sin embargo la gracia de ‘The Slap’ está en saber explotar no solo los sentimientos más primitivos del ser humano, sino también en cuestionar gran parte de las convenciones sociales actuales. Ahora que muchos de nuestros amigos comienzan a tener hijos, y que muchas veces sufrimos a los hijos de terceros en espacios públicos; ocurre cada vez más a menudo que oyes a gente opinar sobre las decisiones parentales de otros, e incluso a veces te encuentras a ti mismo reprimiendo el comentario cuando te encierras en un vuelo de nueve horas con un niño que no para de llorar (y de dar patadas al asiento en el que estás sentado, que también pasa).

¿Cuál es el problema de ‘The Slap’ en su versión gringa? Que a pesar de contar con un elenco actoral lleno de grandes nombres, la obsesión norteamericana por hacerla más accesible al público medio hace que resulte un tanto descafeinada. Sirva como metáfora esa conversión de una droga dura (cocaína) en droga blanda (marihuana, medicinal para más señas). Pero una de las degradaciones más flagrantes es, de hecho, la dureza con la que el padre protagonista (Héctor, interpretado por Peter Sarsgaard) trata a su primogénito.

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¿Qué ocurre entonces? Que la serie pierde parte de su potencial. Los televidentes norteamericanos no han visto, de hecho, una de las escenas más estremecedoras del primer capítulo, el momento en el que el hijo mayor, vejado constantemente por su padre, sin entender muy bien qué ha sucedido se acerca a él y le coge de la mano. Un plano descorazonador que no tiene contrapartida en su versión norteamericana, y que -desafortunadamente- es algo que parece se va a repetir a menudo.

Calificación: 6,5/10

Destacamos: si te decides a verla, es prácticamente obligatorio que veas la versión australiana y la americana.
Te gustará si te gusta: invocar a Herodes ante niños gritones.
Predictor: las críticas especializadas son buenas, pero las de los televidentes no tanto. ¡Y al final es el cliente el que paga!

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