Si ‘Maps to the Stars’ se hubiera estrenado el año pasado en Estados Unidos lo mismo Julianne Moore hubiera ganado el Oscar por esta película y no por la sensiblera y telefilmera (¿se puede seguir utilizando este adjetivo?) ‘Siempre Alice’. No hubiera sido extraño, ya que se llevó el premio en Cannes (y en Sitges). De hecho, hubiera sido una carambola perfecta: ganar el Oscar de Hollywood por interpretar a una actriz cincuentona a la que, por su edad, no dan trabajo en Hollywood.
Y es que la fabulosa interpretación de la Moore es lo más destacado de la poco destacable nueva película de David Cronenberg. ‘Maps to the Stars’ es una sátira de la industria de Hollywood que, a pesar de su voluntad transgresora, resulta más inofensiva que las escenas de sexo de ‘Cincuenta sombras de Grey‘. La película incluye desnudos frontales, sexo más o menos heterodoxo, escatología, violencia explícita y diálogos presuntamente provocadores (como llamar menopaúsica a una actriz de 26 años), pero su capacidad para agitar conciencias y revolver estómagos es la misma que la de Robert Pattinson para expresar una emoción: ninguna.
Cronenberg continúa transitando la senda abierta con ‘Un método peligroso’ y ‘Cosmópolis‘, películas donde la palabra se impone a la puesta en escena. El problema es que Bruce Wagner (guionista de ‘Pesadilla en Elm Street 3’ o ‘Escenas de la lucha de sexos en Beverly Hills’) no es ni Christopher Hampton ni, por supuesto, Don Delillo. El resultado es que la metáfora central del filme, lo incestuoso del negocio del cine, acaba siendo más gruesa que los nuevos labios de Maradona.
‘Maps to the Stars’ es algo así como una versión hiperbólica, grotesca y pasada de vueltas de ‘El juego de Hollywood’ (1992). Una crítica a la industria del cine que, de lejos, puede parecer muy mordaz; pero cuando te acercas, es todo maquillaje. 6.