HBO ha decidido cancelar ‘Looking’, «la respuesta gay a ‘Girls'», tras sus bajos índices de audiencia, de los que no hay que culpar sólo a su coincidencia con ‘The Walking Dead’ en Estados Unidos los domingos por la noche. En nuestra misma redacción recibimos con cierta frialdad el arranque de la serie para rendirnos después a medida que avanzaba. Pero finalmente el sabor que deja es algo agridulce. Enganchar, engancha, sí, ¿pero como producto presentable para todo tipo de público o a modo de culebrón sólo para homosexuales? La respuesta queda probablemente en medio… demasiado «en medio».
No es necesario nombrar ejemplos de ficciones de temática gay que han trascendido al gran público, ni sería justo comparar una serie sin grandes pretensiones como esta con titanes tamaño ‘Brokeback Mountain’ o pequeñas delicatessen de los últimos tiempos como ‘Keep the Lights On‘, cintas que presentan una historia de amor tan universal que podrían afectar hasta a Eminem. ‘Looking’ ha sido un paso adelante respecto a ‘Queer as Folk’, aquel soap-opera que se exportó de Reino Unido a Estados Unidos en forma de 5 temporadas. Esta serie no presenta a personajes tan estereotipados ni tramas tan enrevesadas ni melodramáticas con palizas y enfermedades temporada sí, temporada también. La trama está más contenida y el obligado guaperas no es un perdonavidas abofeteable (Kevin «Orejitas» Matheson tiene más matices que Brian Kinney), mientras que el buenazo (Michael Novotny) no es aquí precisamente abrazable.
Merece la pena detenerse en este personaje principal, el de Patrick, «Pato» para los amigos. Se le supone el héroe, el protagonista de ‘Looking’, pero en realidad, desde su aparente simpatía, muy a menudo roza lo aborrecible. En ese sentido recuerda mucho a la Carrie Bradshaw de ‘Sexo en Nueva York’: parece una buena persona, completamente inofensiva, casi inocua, que pasaría desapercibida en cualquier entrevista de trabajo, discoteca, app de contactos, largo etcétera, pero en realidad reúne una cantidad de defectos tan colosal que al final es imposible no sentirse identificado con alguno, si no con todos. Ya sabéis, «todo lo que odiamos en los demás son los aspectos que no nos gustan de nosotros mismos».
A su apariencia física totalmente «random», ligeramente inclinada hacia el aspecto de «una lesbiana de mediana edad» según sus propias palabras, en medio de una cuna gay como San Francisco, hay que sumar otras cualidades bastante poco afortunadas. Contribuye a romper una pareja, pero es celoso. Es posesivo, pero no deja de flirtear con todo ex novio a tiro (independientemente de quien sea este). Es aparentemente solidario, pero en realidad no deja de pensar en sí mismo. Es aparentemente racional pero a la vez víctima de un dramaqueenismo que a menudo se le va de las manos. Se las ingenia como sólo él sabe para apartar a las personas que quiere de su lado… sólo para echarlas de menos después.
Como ‘Girls’, es en el reflejo del desequilibrado disfuncional medio del siglo XXI donde ‘Looking’ ha triunfado. Pero el problema es que nada de lo que rodea a «Pato» está a su altura. Si es que le rodea algo que no sea buena música (de Yazoo a Jessie Ware) y un buen cúmulo de clichés. No llegamos a saber nada de su antagonista, el marido de Kevin. No llegamos a saber nada de la vida de Richie al margen de «Pato» (su novio es todo un monigote en apariencia y nombre, Brady). No llegamos a saber nada de la mariliendre Doris cuando de repente adquiere todo el protagonismo en un episodio que a esas alturas no puede interesar a nadie. No sabemos sobre el personaje seropositivo… nada excepto que es seropositivo (con todas las connotaciones prestas para la protesta social que esto implica). ¿Y a quién le interesa qué pasa con los pollos de Dom en la futura película de ‘Looking’? Únicamente Kevin parece esconder una gama de grises, como hemos visto en el último episodio de esta segunda temporada, expuesta por él mismo: un personaje tierno y muy cariñoso pero manipulador, que sabe venderse muy bien incluso cuando no está enseñando el culo. Pero en general, el grado de empatía con este plantel de secundarios es tan bajo que o bien conoces a alguien exactamente como ellos en la vida real y deduces su manera de ser a partir de un lamentable arquetipo, o es imposible que te sientas próximo a ellos, aun siendo gay.
Como si «Pato» fuera un alter ego del creador de la serie Michael Lannan y este hubiera sido incapaz de mirar más allá de sus narices (como el propio personaje), ‘Looking’ nunca ha dejado de dar demasiadas vueltas sobre él. Y lo peor es que además de dejarnos con muy pocas ganas de saber qué pasa con Agustin, Dom y Doris en el futuro, este final de segunda temporada, bonito, metafórico… deja clara la evidente falta de ideas de su creador también en torno al devenir de su protagonista principal. Lannan parecía dispuesto, hasta que la HBO dijo «basta», a dar vueltas y más vueltas sobre lo mismo en 2016… 6.