Toda la vida creyendo que el cine funcionaba como terapia y resulta que no, que la terapia no era todo lo anterior. La terapia era esto. Explica el director Pete Docter que algo se encendió en su cabeza el día que su hija de 11 años perdió la sonrisa. Un detalle que cualquier progenitor atareado podría pasar por alto porque bueno, así es la vida, ya se te pasará, vete a jugar un rato al parque, cuando seas padre comerás huevos y todo eso que te soltaban para demostrarte que ellos, y no tú, tenían verdaderos problemas que resolver. Problemas de adultos. ¿Qué motivos reales puede tener un niño para estar triste?
Pero Docter no es un tipo normal. Igual si le ves por la calle ni le paras porque no le conoces, pero ese larguirucho que camina por ahí es el responsable de que se te saltaran las lágrimas cuando una niña fuera de plano gritaba “¡Gatito!” al final de ‘Monstruos S.A’., o de que te deshidrataras viendo el principio de ‘Up’. Ese tío. Así que no es de extrañar que allí, en esa sonrisa perdida donde el resto solo vería postureo de críos, él encontrara la inspiración. Ahí había algo que merecía la pena investigar y contar. Y así, de un mohín juvenil, nació esta maravilla, que no obra maestra.
Puede que por comparación con los últimos títulos entregados por Pixar, ese estudio que hasta hace no mucho vivía inmune al fracaso, lo parezca. Pero hay todo un segmento central en la historia ‘Del revés’ que le impide alcanzar esa categoría. Poco que objetar teniendo en cuenta que hablamos de una película de animación cuya meta principal era explicar cómo funciona la mente humana sin parecer un capítulo actualizado de ‘Érase una vez… La vida’. Nada que ver, por fortuna.
El guión baja el ritmo más minutos de los deseables, cierto, pero el resto, desde el diseño de producción hasta la música –por no hablar de esos sutiles guiños a filmes como ‘El viaje de Chihiro’ o ‘Toy Story’– es de una sencillez y, a la vez, de una profundidad tan bestia que todo se perdona. Incluso que te lleven una vez más al llanto contenido cuando menos te lo esperas. Porque si de algo habla esta película es precisamente de eso, de la tristeza. De la necesidad y la obligación de abandonarnos de vez en cuando a ella. Y es ahí cuando ese ‘Del revés’ de título toma sentido. La primera vez que una traducción fallida acierta. Porque así es justo como te deja. 8,5