Purity Ring prueban no ser un grupo más, junto a una telonera inmejorable

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Purity Ring prueban no ser un grupo más, junto a una telonera inmejorable

La labor de telonero es una de las más desagradecidas del mundo: nadie te hace ni caso si es que la gente se pasa a verte, el público se dedica básicamente a contar su semana a sus amigos durante tu show, a poder ser hablando más alto de lo que puedes cantar tú, etcétera. Ya se sabe… Pero Empress Of, presentando su notable debut ‘Me‘ en formato trío (un chico a las bases a la izquierda y un percusionista a la derecha, también en primera fila), fue de las afortunadas que sí fue capaz de captar la atención del público.

Y lo hizo a pesar de que su hilillo de voz -aparentemente más cómoda en algunos agudos, si bien a su vez asistida por puntuales pregrabados para los momentos más altos- entraba y salía de los umbrales de lo perceptible por el público que asistía anoche a la sala Joy Eslava de Madrid. Fue la única pega que se podía poner a un show muy elegante que alternó, como su disco, los sonidos de la primera Björk con el nuevo R&B más puntero, y que Lorely Rodriguez defendió como una confiada frontwoman (sólo le queda librarse de cierta cara de pena y consternación), agitando poderosamente su melena y desplegando un buen repertorio que ya puede montar con la ayuda de ‘Water Water’, ‘Standard’, ‘Make Up’, en España su canción en castellano y, en penúltimo lugar, su gran hit, ‘How Do You Do It’. Para cuando llegó esta, la sala ya estaba llena y el público agitado y entregado como si estuviera tocando el cabeza de cartel. No todos los días se ve esto en el show de un telonero. 7,9.

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Unas 200 tiras de luz colgantes sobre el escenario permanecieron replegadas durante el concierto de Empress Of. Pertenecían, claro, a Purity Ring, que desconocemos en qué momento se han convertido en un grupo capaz de convocar a 1.000 personas por su cuenta (primera planta de Joy Eslava incluso abierta). Para la presentación de ‘Another Eternity‘, el dúo canadiense tiró por lo performativo, por la creación de rituales de corte cuasirreligioso, como hemos visto en algunos de sus videoclips. Megan James se desplazaba entre la suerte de cortinaje como una mezcla entre Loreen, Robyn, Fever Ray y Patricia de Souvenir, pero vestida de ‘Star Trek’ o ‘V’. Mientras, Corin Roddick se alzaba como un pequeño Dios del EDM más sofisticado subido en una plataforma desde la que manejaba los sintetizadores, siendo su mayor baza una especie de focos que se iluminaban produciendo notas al ser tocados.

La música comenzó a sonar antes de que Corin apareciese en el escenario, lo que despertó las dudas sobre la autenticidad de lo que veíamos. Sin embargo, el ralentizado final de ‘push pull’ y un pequeño error de Megan tocando cuando se le unió en ‘crawlersout’ demostraron que la mayoría o al menos mucho de lo que escuchábamos sonaba en vivo y, en cualquier caso, al público tanto le daba. Purity Ring sortearon la posible linealidad de su show con un buen ventilador para Megan, con un pseudo-Gong para el momento cumbre de ‘dust hymn’, con la mencionada contribución musical de Megan en ‘crawlersout’ y también con otro aparato de luz y sonido en primer plano en ‘stillness in woe’; todo ello, junto a la buena recepción de canciones como ‘bodyache’ y, al final, cómo no, ‘begin again’, manteniendo al público encandilado durante una hora de reloj.

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Antes de ‘bodyache’, Megan James leyó un par de frases en las que recordaba que sus pensamientos estaban con las víctimas del atentado de París. Como veis, el show, cuando terminó -de manera muy adecuada- sin bis, rindió un homenaje luminoso a la bandera de Francia. Y lo cierto es que no había, para empezar, muchas ganas de desplazarse a la sala en la que Eagles of Death Metal, atacados junto a sus fans por una serie de terroristas la noche anterior en la capital francesa, tenían que tocar el próximo mes de diciembre. Pero quedarnos en casa no es una opción y lo mejor que puede decirse del show de Purity Ring es que durante esos sesenta minutos fueron capaces de crear una magia sobre el escenario que logró sacarnos de nuestro mundo de mierda. Esa es la función de la música pop y por eso lo que sucedió en París en Le Bataclan es tan doloroso. Un puñetazo de realidad en el momento de evasión que todo ser humano se merece. Gracias, Purity Ring y Empress Of, por mantener vuestras agendas. 8.

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