Soleá Morente: «Está toda Graná en el disco»

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Soleá Morente: «Está toda Graná en el disco»

SMorente2_Soleá está en Barcelona en plena vorágine de promoción del estupendo ‘Tendrá que haber un camino‘. Entre radio y radio, la entrevistamos mientras trata de comer en una concurrida terraza del barrio de Sant Antoni. Le han traído una ensalada y un jamón que el camarero jura que es ibérico, pero su aspecto delata un origen bastante más plebeyo. A todo esto, también se cuela en la conversación, desde la terraza de enfrente, la tos monstruosa de un ser de sexo y edad indefinidos. Lleva toda la tarde ahí expectorando y a Soleá le fascina -y horroriza- que semejante estrépito tenga origen humano. “¡Es que es increíble!”.

Soleá Morente actúa el 11 de febrero en Granada y el 25 de febrero en Madrid.

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La primera pregunta es sobre el título. ‘Tendrá que haber un camino’ era la canción que cerraba ‘La leyenda del espacio’ de Los Planetas. ¿Por qué has escogido precisamente este título?
Yo ya tenía las canciones y el disco terminados, pero no tenía ni el orden ni el título. Iba haciendo, pero no me había parado a pensar en el nombre que le iba a dar. Este es un disco de investigación, de búsqueda y, un día, escuchando ‘Tendrá que haber un camino’, me sentí muy identificada y me dije: “este es”. Es un título muy significativo sobre cómo me siento. Voy buscando, voy aprendiendo. Y llegaré a algún lugar. Espero.

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Con toda la cantidad de gente que colaboró en el disco, ¿no fue un poco follón grabarlo?
¡No! Cuando uno hace lo que realmente le gusta, disfruta. Ha ido surgiendo de forma natural, el disco se ha ido construyendo un poco solo. Yo iba haciendo y, de pronto, me iba encontrando con canciones, y me iba diciendo: “esta no tiene mucho que ver con la otra…”, pero era lo sentía en ese momento. Vivo y he grabado en Granada, donde hay un ambiente musical muy rico y tengo muchos amigos, afortunadamente, con mucho talento. Surgía una canción y allá estaba J, y le decía: “J, échame una mano, a ver qué te parece. Tengo esta letra…”. He grabado también en el estudio de mi padre, pasaban Pájaro Jack, participaban unos, otros… Venía mi hermano, venía mi hermana y yo le decía: “Estrella, échame una mano con unas castañuelas, que a mí no se me da muy bien”. Ha sido un proceso muy satisfactorio, siempre lo recordaré como algo mágico.

«He tenido ayuda de muchos compañeros, pasaba mucha gente por el estudio, pero la que estaba ahí, grabando y currando, era yo. He aprendido mucho. Me he dado cuenta de lo que es producir un disco uno solo»

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Da la sensación también de haber sido un álbum muy cómodo, muy entre amigos, ¿te has sentido muy arropada?
Me he sentido muy arropada, ha sido un proceso de grabación en el que me he sumergido y he estado con los cinco sentidos puestos día y noche en cada canción. Sí que he tenido ayuda de muchos compañeros, pasaba mucha gente por el estudio, pero la que estaba ahí, grabando y currando, era yo. He aprendido mucho. Me he dado cuenta de lo que es producir un disco uno solo. Yo ha habido momentos en que me decía: “ostras, ¡esto es una responsabilidad tremenda! No sé si hacerlo por aquí, por allí…”. Te encuentras contigo mismo, te das cuenta de que tienes que tirar adelante y arriesgar, decirte: “yo pienso esto, pues lo voy a hacer y que sea lo que Dios quiera”.

Y tomar montones de decisiones que quizás ni te habías planteado…

¡Por supuesto! Algunas veces había gente que venía, que tocaba y tal, pero luego me decían “nosotros hemos tocado, pero tú ya verás lo que haces, lo que no haces…”. He compuesto a medias también algunas canciones. Otras, como la ‘granaína’ [‘Eso nunca lo diré’] es una composición mía. He estado muy acompañada, afortunadamente, pero he estado ahí, al pie del cañón. Me ha quitado muchas horas de sueño, pero estoy muy contenta.

¿Te ha costado mucho producirlo? Hay muchas canciones muy diferentes, pero no suena deslavazado, hay mucha unidad.
No, simplemente me he dejado llevar por las canciones que me gustaban, por compositores a los que admiro, como a La Bien Querida, o J o Antonio Arias… Yo componía algo y pedía su ayuda. Tenía unas cuantas canciones y no pensaba ni siquiera hacer un disco, sino sacar un EP con 4 ó 5 temas. Pero iban surgiendo más, hasta que me dije: “pues bueno, voy a hacer un disco con todas las que tengo y algún sentido tendrá”. Y efectivamente, cuando me puse a hacer el orden, vi que el disco cuenta un poco una historia.

¿Desde la oscuridad a la luz, resumiendo mucho?
Sí; partimos de Antonio Machado (‘Yo escucho los cantos’), un poema a la infancia, esa infancia que luego va evolucionando y también añoras, porque la vida no es fácil, tienes que ir aprendiendo. Luego llega ‘Oración’, que es un alegato a la libertad de expresión, a la vida (risa, la tos ataca de nuevo), a celebrar cada mañana. Todos tenemos la oportunidad de equivocarnos. Vivamos con alegría, con ganas de evolucionar y hacer cosas buenas.

¿Cuál fue el criterio para escoger las canciones? Por lo que comentas, parece que ha sido un proceso más emocional que racional…
Ha sido algo personal. ‘Oración’ por ejemplo; a mí me gustaba mucho un fragmento de un texto de María Zambrano, que se llama ‘La pensadora del aura’, que va sobre disfrutar el instante. Recuerdo que le dije a Manu Ferrón, que es el autor de la letra: “Manu, me gusta muchísimo este fragmento, si me pudieras escribir algo inspirado en este texto…”. Y de ahí salió ‘Oración’. Me iba guiando por lo que pedía el corazón.

¿Y cómo decidiste qué tipo de tratamiento le ibas a dar a cada canción? Por ejemplo, los temas de Leonard Cohen tienen un aspecto muy diferente entre ellos. ‘Dama errante’ (‘Winter Lady’) es muy aflamencada, apenas es reconocible la original. Pero ‘Esta no es manera de decir adiós’ sí que se reconoce enseguida y resulta casi progresiva.
Sí, [‘Dama errante’] es una bulería muy flamenca. Son dos versiones que hizo mi padre de Leonard Cohen que iban para ‘Omega’, pero como ya había demasiado material para el disco no llegaron a entrar. Siempre las he escuchado en mi casa y las he cantado con mi padre en los conciertos de ‘Omega’. Las tocaba porque le gustaban muchísimo, pero nunca se llegaron a grabar. Entonces, como estaban Lagartija Nick por Granada, les dije que me apetecía grabarlas, siendo lo más fiel posible a las versiones que hacían con mi padre. De hecho, quería que las tocaran Lagartija Nick con la formación original de ‘Omega’, porque los grupos van cambiando… y las tocaron los Lagartija Nick del principio.

«Soy muy fan de Ana (La Bien Querida). Desde la primera vez que la escuché me llamó mucho la atención su voz, su sencillez al cantar, a la hora de componer y, a la vez, su grandeza, la manera en que llega y transmite, sin pretenderlo».

¿Cómo surgió la colaboración con La Bien Querida?
Yo soy muy fan de Ana. Desde la primera vez que la escuché me llamó mucho la atención su voz, su sencillez al cantar, a la hora de componer y, a la vez, su grandeza, la manera en que llega y transmite, sin pretenderlo. Yo ya tenía unas cuantas canciones, pero me faltaba algo y le dije: “Ana, si tienes algo por ahí, me gustaría contar contigo en el disco”. Y a los dos o tres días me mandó ‘Todavía’. Necesitaba ese punto de alegría, de color. También de femenino, porque ya había muchos chicos en el disco y ¡necesitaba también el apoyo de una chica! (risas). Con La Bien Querida y con David Rodríguez está esa parte de color, romántica, como la canción de ‘Tonto’, que tiene un tono más humorístico. Lo necesitaba, porque venía de ‘Yo escucho los cantos’, que es así como más puro, más experimental, más solemne, o ‘Solos tú y yo’, que es una metáfora del amor imposible, que también tienen que ver con cómo me siento yo, la búsqueda de algo que no sé qué es; una inquietud, que es la que me lleva a meterme en todos estos líos (risas). Y va pasando por un proceso, hasta que llega a ‘Todavía’… No existe la edad, ni las etiquetas ni los géneros. Soy partidaria de la libertad y mientras uno esté vivo y tenga inquietud, pues por qué no creer en los sueños.

Y ahora que has comentado lo de las chicas, pensaba en la polémica de Björk, que se dolía de que se minimizara su autoría por ser mujer y se diera más relevancia a los colaboradores. No sé si te da algo de miedo esta idea de que, al ser una chica, la gente piense de este disco…
Sí, que piensen: “bueno, se lo habrán hecho” (mientras, la tos sobrehumana ataca de nuevo y Soleá no puede evitar reírse una vez más). Yo estoy muy tranquila y segura sobre lo que he hecho. Es cierto que he contado con la ayuda y el talento de gente muy buena, compañeros fantásticos, pero yo he ido eligiendo lo que me apetecía, lo que necesitaba en ese momento. Hay una parte de composición, como las canciones de Ana, escritas y compuestas por ella, pero que luego las he llevado a mi terreno. De ‘Todavía’ he hecho una bulería flamenca-flamenca, lo vi claro nada más escucharla. Me llegaba material y yo iba diseñándolo como lo sentía, le iba dando mi visión.

Sobre la base techno de ‘Tonto’, la pregunta es… ¿cómo te has dejado? Bueno, en serio. Queda muy bien, pero rompe mucho con el tono general del disco, que es muy orgánico.
Soy muy admiradora de David [Rodríguez], para mí es uno de los maestros. Cuando le digo «maestro», me responde: “¡Déjame! ¡No me digas esas cosas!”. Le necesitaba también, me gusta mucho lo que hace. Y la música electrónica creo que ofrece muchísimas posibilidades; me parecía todo un reto, me apetecía divertirme… El texto me flipa, también.

Es muy sencillo y, a la vez, muy cautivador. Como si fuera un romance.
Tiene un punto ahí folclórico. Es muy potente, me lo paso muy bien cantándola. Quería ese punto de humor. Me siento muy cómoda cantándola.

Hablando de comodidad… ¿te sientes más cómoda cantando pop o flamenco? ¿O para ti no hay diferencias?

No las hay. Hago música. Soy consciente de la música que hago. El público al que me dirijo es al público al que le gusta el arte, que le gusta la música, emocionarse y disfrutar. Tengo mi raíz flamenca, mi identidad, mi genética, pero también tengo la necesidad de explorar otros ámbitos que me permiten expresarme y que me interesan.

Sobre esos otros ámbitos, recientemente actuaste en ‘Yerma’, en el montaje de Miguel Narros…
Yo hacía de lavandera, la número 5, un papel súper bonito. Y luego hacía de hembra en la Romería, no sé si te acuerdas de que Yerma va a una romería para orar y hacer unos conjuros para quedarse embarazada; hay una metáfora del macho y de la hembra, tenía que cantar, tenía que interpretar… Me ha aportado cosas maravillosas esa experiencia. Estuve un año y medio de gira, haciendo teatro bajo la dirección del maestro Miguel Narros. La música era de mi padre, la compuso para la versión de 1998. Y en 2011, poco después de lo de mi padre, Miguel la retomó. Me llamó para hacer el que era mi primer trabajo como actriz y fue genial, lo echo mucho de menos.

¿Te ves repitiendo en el campo de la actuación?
Sí; la semana pasada terminé un proyecto con Secun de la Rosa, una obra que era un homenaje de Clara Bow, una actriz del Hollywood de los años 20. Lo he pasado muy bien, he trabajado con Juan Diego Botto, que lo admiro mucho, ha sido un placer, y con Natalia de Molina. Han ido surgiendo por casualidad, pero me encantaría hacer más cosas de teatro, me aporta cosas maravillosas.

¿Y con Los Evangelistas vas a volver?
A mí me encantaría. Es un proyecto que nunca terminará. Porque, de una forma o de otra, cantamos a Morente siempre. Estamos encantados de juntarnos y seguir tocando. Seguro que volveremos.

Y para acabar, ¿cuánto hay de Granada en el disco?
Sin Granada no hubiese hecho ‘Tendrá que haber un camino’, porque está en la esencia de la música, del flamenco y del ‘indie’ de Granada. Como dice la canción de David (‘Tonto’), está toda ‘Graná’ en el disco. Sin todo lo que me aporta Granada y sus músicos, no hubiese podido emprender esta aventura.

Foto: Celine Beslu.

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