Hasta que no lo he visto, ni me he hecho ilusiones, ni me lo he creído, pero Vashti Bunyan ciertamente acaba de actuar de Madrid. En un cúmulo de «más absurdo todavía», el concierto ha tenido lugar cuando la cantautora ni siquiera estaba de gira, dentro del ayuntamiento de la ciudad, en un pequeño anfiteatro en su sótano llamado Auditorio Caja de Música, hasta ahora desconocido para mí; ha costado sólo 8 euros (con 60 céntimos de gastos); para más inri ha sido en plena Navidad, el Día de los Inocentes; y personalmente puedo añadir haberme enterado de milagro por un banner de mi propia web que había entrado por agencia y anunciaba genéricamente que había actividades navideñas en la ciudad sin mención particular para esta mujer.
Todo tan rocambolesco que hacía temer lo peor: de haber tenido Vashti Bunyan un nombre más común tipo Carole King, habría esperado hasta el último momento que otra Carole King apareciera finalmente por la puerta truncando todas nuestras ilusiones, pero no hay otra Vashti Bunyan y la autora de ‘Just Another Diamond Day’ es la que ha ofrecido un bonito recital de una hora de duración en este lugar.
Acompañada únicamente de su guitarra y de un guitarrista igual de adorable que ella, Gareth Dickson, Vashti ha interpretado canciones de sus tres álbumes, desperdigados a lo largo de cuatro décadas y media. El formato dúo para el que estaba preparado el set desde antes de comenzar el concierto hacía prever que se perdieran demasiados detalles de los que han embellecido sus canciones: adiós a flautas o cuerdas que han hecho de su discografía una referencia para gente como Devendra Banhart y Joanna Newsom. Sin embargo, el formato ha incluso beneficiado a la cantante, que ha luchado contra la homogeneidad de su repertorio presentando todas y cada una de las canciones, explicando de qué trata cada composición, qué recuerdos le traen, y aligerando su contenido dramático con un gran sentido del humor. Empezando con ‘Here Before’ y la mítica ‘Diamond Day’ y continuando con ‘Lately’ y la reciente ‘Across the Water’, Bunyan ha ido alternando canciones antiguas con otras más recientes que recuerdan sus tiempos jóvenes. Si este último single habla de la época en que «dormía de día para vivir de noche», el show terminaba con el recuerdo de la libertad de ‘Wayward’ frente a las obligaciones que le han supuesto ser madre. «As much as I love my children, there were times…» bromeaba frente a la complicidad del público.
Porque Vashti Bunyan se ha sabido meter al público en el bolsillo desde el segundo cero. A pesar de que se comunicaba con nosotros con un hilillo de voz que rozaba lo inaudible entre tema y tema, su suave y bellísima voz sí sonaba clara y nítida cuando cantaba, permitiendo seguir las letras mientras las dos guitarras simplemente rasgaban delicadísimos punteos, evitando la recreación grandilocuente de los acordes y que jamás -salvo al final de algún tema- sonaran más de dos o tres cuerdas a la vez. Hasta los coros de Gareth en algún corte como ‘Across the Water’ eran medidos, sutiles, aislados, excepcionales. Allí daba palo no ya sacar el móvil para tomar alguna nota, sino hasta toser o mover un pie. Estoy seguro de que alguno de los muchísimos acatarrados presentes esta noche han considerado seriamente marcharse o incluso ahogarse y morirse con tal de no importunar a Vashti.
Ese ambiente de solemnidad ha dejado momentos tan hermosos como ‘Gunpowder’, ‘I’d Like to Walk Around in Your Mind’, ‘Heartleap’ o ‘Train Song’ («es un single que saqué en 1966 y sonó en la radio una vez», contaba divertida) y tan curiosos como ‘Two Trains’, un corte de Gareth incorporado en la mitad del set, pues fue con el que le conoció hace unos años, y en el que es ella quien hace los coros. ¿Y cómo ha de ser que Vashti Bunyan te haga unos coros en tu temita? Supongo que este encantador muchacho podrá morir feliz.
Ha sido un concierto sencillo y austero -hasta se ha usado una hoja para el setlist de Lisboa de hace dos meses- que ha demostrado lo que puede hacerse con una buena economía de recursos. Puede que Vashti no haya sido la celebridad que merecía o se esperaba, pero ahora es una cantante de 70 años adorada por todo aquel que se aproxima a ella, y que acaba de añadir otro sentido a la Plaza de Cibeles para siempre. No está mal después de todo. Como tampoco que al haber comenzado el concierto a las 20.30, hasta hayamos podido cenar en casa a una hora decente. ¿Pero esto qué es? ¿Europa? 9.