Un año después de su paso por el Sónar, ya no es posible referirse a Floating Points como letra pequeña de ningún festival. Entonces del británico, de nombre real Sam Shepherd, conocíamos poco más que algunos EPs sueltos, todos ellos bastante bailables, pero la edición de ‘Elaenia’, su álbum debut, el pasado mes de noviembre, le ha convertido en una estrella. Nada desdeñable hazaña, por otra parte, teniendo en cuenta que Shepherd ha tenido que compaginar, en los años previos a la creación de este disco, su arte con un doctorado en neurociencia.
Lo curioso del asunto es que ‘Elaenia’ ni siquiera es un disco bailable, sino una colección de abstracciones electrónicas fusionadas con jazz libre, neo-soul, post-rock o ambient, que en 43 minutos -repartidos en 7 pistas que en principio iban a ser una- no presenta concesión alguna a los ritmos tecno propios de singles pasados como ‘Nuits Sonores’, sino que, a menudo, sencillamente ni siquiera presenta ritmos, como es el caso de la misma pista que abre el álbum, la amorfa ‘Nespole’, o la que lo titula, una hermosa contemplación de piano eléctrico y nubes sintéticas que su autor tituló tras soñar con un pájaro siendo engullido por un bosque. El tema, de hecho, suena como un sueño.
Pero ‘Elaenia’ no es un disco de electrónica al uso, entre otras razones, porque no es un disco únicamente electrónico; cabe decir que Shepherd es músico de composición clásica y en ‘Eleania’, además de por una sección de cuerdas, se deja acompañar por una banda compuesta por el guitarrista Alex Reeve, el bajista Susumu Mukai, los baterías Lea Taylor (sí, el de Hot Chip) y Tom Skinner, el influyente arreglista etíope Mulatu Astatke e incluso el productor Matthew Herbert. La fusión de electrónica y banda en vivo no es nueva, pero Shepherd es capaz de hacer sonar una improvisación jazz como si proviniera de seres de otro planeta.
De esta unión de talentos en ‘Elaenia’ surgen, de hecho, varios de sus mejores momentos, como ‘Silhouetes (I, III, III)’, un espectacular número de free-jazz cósmico que alcanza su cumbre hacia el minuto 4.30, cuando entra en la mezcla una preciosa melodía aflautada; o ‘Peroration Six’, que cierra el álbum con unas exploraciones post-rock intrigantes desde el primer al último segundo. Por su parte, ‘For Marmish’ es quizás su corte más completo, al aunar en sus casi 6 minutos todos los elementos que caracterizan al disco, produciendo a su vez un número de una belleza incuestionable.
Pero la extraña belleza de ‘Elaenia’ no es lo más destacable, sino el hecho de que Floating Points haya creado una obra tan abstracta y llena de recovecos que, a su vez, se pase en un suspiro y no se haga bola. Porque es fácil hacer electrónica hinchada de mil y una ideas, lo difícil es hacer que esta fluya con la naturalidad con la que lo hace este disco, que lejos de resultar obtuso, es accesible desde el primer hasta el último segundo. Esto es significativo del sentido del espacio y el detalle con el que Floating Points ha abordado esta obra: no tantos artistas saben tan bien lo que quieren decir en su primer disco, y Floating Points no solo lo sabe bien, sino que sabe cómo contarlo.
Floating Points hará una sesión de 5 horas este sábado en Razzmatazz.
Calificación: 8,5/10
Lo mejor: ‘Silhouettes (I, II, III)’, ‘For Marmish’, ‘Peroration Six’
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