«Sé que esto es un error pero no lo puedo parar». Empezar así un disco es esclarecedor, como pidiendo disculpas, algo que actualmente parecen casi obligados a hacer los grupos que regresan tras haberse separado o iniciar un periodo de inactividad más o menos largo. Después de todo, ¿tan raro es que los grupos vuelvan? ¿Cuántas veces caemos en el error de regresar con exparejas? Una banda forja una relación sentimental que va más allá de la amistad, porque el compromiso está por encima de la propia amistad. Y éste se puede romper pero los buenos momentos son los que, tiempo mediante, permanecen en la memoria. Así que, más allá de las puras intenciones económicas, no es extraño que los grupos vuelvan. Lo verdaderamente raro es lo contrario.
Tampoco se puede decir que la vuelta de Chucho sea estrictamente una vuelta. El propio Fernando Alfaro admite no entender por qué a la gente le ha chocado tanto este regreso: no ha dejado de componer en los 12 años que han pasado desde ‘Koniec’; nunca ha tenido proyectos paralelos, las canciones que iba pariendo se vestían con los ropajes que tuviera en el momento, ya fuera Surfin’ Bichos, Chucho, los Alienistas o, finalmente, su propio nombre. Esta será la primera vez en que asuma un repertorio según con quien dé el concierto. Y, aunque nos esforcemos en marcar diferencias entre el estilo de uno y otro grupo, éstas son ampliamente superadas por las constantes musicales del de Albacete. En un concierto de Alfaro en solitario pueden escucharse ‘Comida china y subfusiles’, ‘Ricardo Ardiendo’ y ‘Extintor de Infiernos’, encajando todas ellas perfectamente. Es posible que, si en la reunión de Chucho no hubiera saltado la chispa, los temas hubieran buscado otro acomodo, aunque el propio Alfaro ha reconocido que compuso pensando en su segunda encarnación musical: sin el empuje proporcionado por la química con su antigua banda, se hubiera dedicado más a presentar su reciente ‘Saint-Malo‘ que a ampliar repertorio.
A pesar de que el estilo de Alfaro es inconfundible, hay características que son propias de Chucho: siempre se ha dicho que ha sido su lado más rockero, más salvaje. En ‘Los años luz’ esta vertiente es claramente beneficiada: ‘Predicar en el desierto’ es un trallazo al estilo de ‘El Ángel Inseminador’; ‘Nadie es inocente’ y ‘Fuego fatuo’ suman arranques rabiosos, mientras que ‘Flores sobre el estiércol‘ combina el blanco y el negro, la tensión dramática y el alivio, como ‘Alicia rompecuellos’ lo hacía en aquel lejano ‘Tejido de felicidad’.
Sin embargo, no es un disco particularmente oscuro. La voz de Alfaro es más dulce que nunca en ‘Cosas hermosas’; ‘Un inmenso placer’ es pop tímido y bailable a la vez; ‘Oso bipolar‘ y ‘Desidia’ son tan melódicas como ‘Magic’ o ‘Cataratas de sueño’; ‘¡Viva Peret!’, con su homenaje a María Jiménez incluido, es uno de los temas más movidos que ha hecho nunca, y aunque el acento manchego-andaluz que se marca (aquí y en varios momentos del disco) sigue chocando a pesar de las escuchas, es un tema fresco y pegadizo.
Así las cosas, el disco recuerda más a ‘La vida es extraña y rara‘ que a ‘Saint-Malo’, sobre todo en los temas más lentos. El LP que alumbró el año pasado era lo más parecido a una celebración de la vida que ha conseguido Alfaro en sus tres décadas de carrera. Aquí, tira más del contraste entre momentos tiernos y amargos, y no abandona la senda del nihilismo tan presente en las letras de su repertorio.
El mejor ejemplo de ello es ‘Banderas negras’. «Te has encontrado un gusano en la bañera y al ir a matarlo te preguntas «qué me ha hecho a mí el gusano». Tú dale tiempo», comienza, para arremeter más tarde con uno de sus habituales juegos con el lenguaje: «Vamos juntos de la mano, de derrota en derrota hasta la victoria final».
Otras constantes de la literatura «alfariana» regresan: la serpiente que «no puede dejar de morder» en ‘Cosas hermosas’, o la figura cánida, esta vez en forma de «perrete», en ‘Oso bipolar’. El estilo de Alfaro siempre ha sido rabiosamente personal y aquí no cambia.
Un disco es como unos zapatos. Tienes que ponértelos varias veces para acomodarte a ellos. Una vez que lo haces, ya hay una cierta familiaridad que convierte esos zapatos de tienda en tuyos. De la misma forma, a las pocas escuchas ‘Los años luz’ pasa de ser un disco de regreso de Chucho a tan solo un disco de Chucho, y desaparecen los 12 años de hiato desde ‘Koniec’. Ni siquiera las diferencias en la producción (los excesos propios de los primeros 2000 y de estar en una multinacional quedaron atrás hace mucho tiempo) hacen mella en una de las personalidades musicales más inquebrantables de toda la música española.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Flores sobre el estiércol’, ‘Cosas hermosas’, ‘Banderas negras’, ‘¡Viva Peret!’
Te gustará si te gusta: toda la producción de Fernando Alfaro.
Escúchalo: Spotify
Cómpralo: Amazon