Este año en Cannes se han debido de aburrir bastante. Es la única explicación que encuentro al desmedido entusiasmo que provocó en gran parte de la crítica el pase de ‘Dos buenos tipos’. La lógica de un festival de cine es así. Si después de dos intensos tostones de tres horas te ponen algo frívolo y simpático el cerebro produce tantas endorfinas que al crítico le empiezan a salir los adjetivos elogiosos por las orejas. Según las crónicas que llegaban desde la Croisette, parecía que acababan de ver la comedia del año. De la década. La buddy movie perfecta: divertida, inteligente, sorprendente…
Pero no solo el sello Cannes parecía legitimizar la calidad de esta película. También su director. ¿Quién es Shane Black? Pues nada menos que el (buen) tipo que redefinió el cine de acción de finales de los 80. Sus celebrados libretos para ‘Arma letal’ (1987), ‘El último Boy Scout’ (1991) o ‘El último gran héroe’ (1993) le convirtieron en el guionista mejor pagado de Hollywood. Pero el batacazo de ‘Memoria letal’ (1995) lo cambió todo, le transformó en un apestado. Black ahogó penas en alcohol y otras sustancias, y no volvió a Hollywood hasta diez años después. Lo hizo por la puerta pequeña y como director. La simpática ‘Kiss Kiss Bang Bang’ (2005) le reportó cierto prestigio dentro de la industria y una amistad impagable: la de Robert Downey Jr. Talento y contactos. Esta infalible combinación le permitió ponerse al frente de la tercera entrega de ‘Iron Man’ (2013) y salir del cementerio de los guionistas olvidados.
La pregunta surge sola: ¿quién mejor que Black para realizar una «película de colegas» que combina la comedia con la acción y el género negro? ¿Quién? Después de ver ‘Dos buenos tipos’ casi estoy tentado en contestar «cualquiera». No lo voy a hacer por dos razones. Primera: el comienzo. Prohibido llegar tarde. Es lo mejor de la película. Una sorprendente y contundente secuencia que pone las expectativas por las nubes. Segunda: su excusa argumental. La idea de articular la trama alrededor de una película porno, en la que lo importante es el argumento y que funciona como improbable soporte de denuncia ecologista, tiene bastante gracia. Quizá podría añadir una tercera razón: la vis cómica de Ryan Gosling. Hay que reconocer su habilidad para hacer de Peter Sellers.
Pero un par de ideas y una interpretación no son suficientes. Sobre todo cuando éstas aparecen dentro de una narrativa no demasiado fluida y rodeadas –aplastadas- por más guiños y citas que una película de Tarantino. ‘Dos buenos tipos’ es la típica ensalada cinéfila que si está bien aderezada te puede hasta gustar (‘¡Ave, César!’), pero que si no, como es el caso, no sabe a nada. ‘Chinatown’, ‘Starsky & Hutch’, ‘Boogie-nights’, ‘Puro Vicio‘, ‘El gran Lebowski’, ‘El guateque’, el porno de John Holmes… Una agotadora catarata de referentes que más que muscular la trama o cosquillearla, la engordan. Black juega a ser Paul Thomas Anderson con nariz de payaso, pero la jugada le sale regular. 6.