Tras la jornada inaugural del jueves, Vida Festival 2016 comenzó a presentar el viernes los grandes nombres de su tercera edición en bonito entorno de la Masía D’en Cabanyes, con los norteamericanso Wilco a la cabeza, secundados por Unknown Mortal Orchestra, Manel, Triángulo de Amor Bizarro, Villagers o Kiko Veneno.
Germà Aire tuvieron el honor de inaugurar la jornada del viernes en la Cabana Jägermusica. A pesar de la hora (las cinco y media de la tarde), a la sombra se estaba estupendamente, como bien nos recalcan: “Esto es un oasis en la calor”. Lamentablemente, también nos informan de que ese va a ser su último bolo, ya que estarán una temporada indefinida sin hacer nada como Germà Aire. Pero fue un concierto de despedida nada triste. Se lo toman de manera parsimoniosa y algo accidentada, pero sin perder la compostura. Desarrollos largos en sus temas más shoegazes, aunque rompen la atmósfera de siesta (“Va, os animaréis un poco”), cuando tocan seguidas las magníficas ‘Imprigionato’ y ‘Girotondo’. Deseamos su pronto regreso. Mireia Pería.
En directo, Maria Arnal y Marcel Bagés, no sólo resultan abrumadores, sino que además son didácticos. Maria explica con detalle de dónde sale cada canción que entonan en el Vaixell (el escenario más lindo de todo el Vida, probablemente): cantos de Alicante recuperados de archivos digitalizados, adaptaciones de poemas de Joan Brossa llamando a la revolución, versiones de jotas, homenajes a exiliadas republicanas… Y la teoría toma aplastante forma mediante la increíble, fuerte y expresiva voz de Maria y la versátil guitarra de Marcel, que ahora imprime una fuerza country-westerne gótico, ahora casi llega a terrenos surf. Nos avasallan con su fuerza telúrica hasta cerrar con ‘A la vida’ del gran Ovidi Montllor. A continuación, el pop rock con un punto de épica a lo The National de Inspira, que abren uno de los escenarios grandes, se antoja demasiado tibio. Claro que el sol cayendo a plomo (todo el público está refugiado en la sombra) no ayuda demasiado. Mireia Pería.
Con Refree a su lado como escudero, que se aferra a la guitarra y a su rica imaginación para ofrecer un contrapunto muy suyo pero casi siempre apropiado para lo que acompaña, la misma estampa de Kiko Veneno subido a ese barquito que sirve de escenario en El Bosque de la Masía D’en Cabanyes ya tuvo algo de icónico. El de Figueras realizó un repaso bastante completo a su carrera, sin renunciar a casi ningún hit salvo el mayor, ‘Echo de menos’, al que renunció sin que se resintiera el set lo más mínimo. A cambio, puso en valor temas menos populares pero fantásticos como ‘Coge la guitarra’, ‘Reír y llorar’ o la emotiva ‘La felicidad’, de su álbum en directo de este mismo año. Incluso se permitió regalar su versión de ‘La leyenda del tiempo’ (cabe recordar que Veneno participó de lleno en la gestación de la obra maestra de Camarón). Siempre vacilón, Veneno mostró su sencillez e integridad y el público de Vida le devolvió cariño y admiración. Raúl Guillén.
Villagers, o sea Conor J. O’Brien, da el que, para mí, es el gran concierto de la noche. Acompañado por un batería (que usa muchas veces escobillas), un programador y una arpista multitarea (canta y toca también el teclado. Juraría que a ratos ambas cosas a la vez), reproduce a la perfección la atmósfera soñadora de sus discos. Incluso la supera. La banda, junto a un sonido pluscuamperfecto, logran darle aún más fuste a las canciones. Además, domina a la perfección el tempo: la actuación empieza sosegada pero finalizará con los temas más animados; un crescendo que abre con la calma y la emoción contenida de las enormes ‘Courage’ y ‘Everything I Am Is Yours’. Todo se desarrolla en una exquisitez sentimental, con puntos en que la grandilocuencia se refrena con la emoción contenida, como en una inmensa y emocionante ‘Hot Scary Summer’. Al final Conor se desata y el público rompe a bailar con ‘Little Bigott’. Así hasta la final ‘Occupy Your Mind’, la más saltarina. Subyugante y emocionante. Mireia Pería.
Manel venían rondando dar un conciertazo en un festival, pero las últimas veces que lo habíamos intentado no se habían dado las condiciones. En el Primavera Sound no les acompañó el horario (las 7 de la tarde), y en el Mad Cool, tampoco gozaron de los mejores escenario y sonido. Anoche en el escenario principal, el Estrella Damm, del Vida Festival todo estaba a favor, y sacaron partido de ello, a lo grande. Claro, que jugaban en casa, y eso ayudó mucho. Apoyados en un sonido espectacular, no necesitaron ni más ni menos que sus mejores canciones, que el público cantó y jaleó con una euforia contagiosa. Funcionaron, y muy bien, los temas del nuevo y notable ‘Jo competeixo’ (que el respetable ya conocía a la perfección), demostrando que su progresión va en la línea correcta. Ni siquiera les hizo merma cuando arruinaron el gran clímax creado con ‘Boomerang’ continuando con la atmosférica ‘Arriba l’alba a Sant Petersburg’. Enseguida se rehicieron con adaptaciones a su sonido de hoy de ‘Ai, Dolors’ o ‘Benvolgut’, que enardecieron los ánimos y dispusieron una recta final gloriosa con ‘Jo competeixo’, ‘La serotonina’, ‘Teresa Rampell’ y ‘Sabotatge’, que pusieron a bailar a toda la amplia explanada, que se dice pronto. Se marcharon al son del hit ‘Obsesión’, de Aventura, y pareció el mejor y más apropiado final para su merecido baño de masas. Raúl Guillén.
“¡Escribe que estos plagian a Prince!”, me espeta un chico muy perjudicado cuando me ve tomando notas en el concierto de Unknown Mortal Orchestra. No caigo en ese momento a qué canción del genio de Minneapolis se refiere, pero sí que es cierto que su funk-neopsicodelia-etc bebe de multitud de fuentes… y ellos no esconden ni sus orígenes ni los homenajes. Con una puesta en escena austera para lo que cabría esperar de su sonido, un look entre skate punk californiano de los 90 (las pintas de Ruban Nielson) y funkymen (el inefable teclista), dan un concierto la mar de apañado y bailongo, desde la ruidosa y distorsionada ‘From the Sun’. Aunque el grueso se centra en su último álbum ‘Multi-Love’, también caben piezas como ‘Swim and Sleep’. Ruban (eterno falsete vocoderizado) se deja querer por las masas en ‘Stage or Screen’ , baja a la arena y se mezcla y canta entre el público. Una locura algo contenida, por eso. Ellos son solventes pero no se dejan arrastrar, mientras la gente baila y lo goza hasta la final ‘Can’t Keep Checking my Phone’. Mireia Pería.
Creo que hay pocas cosas más difíciles en este mundo que Wilco decepcionando en uno de sus shows. Y anoche tampoco fue una noche aciaga para ellos. Incluso aunque, por un instante, lo pareciera cuando lanzaron, a la tercera de cambio, una ‘l am Trying To Break Your Heart’ algo descastada y plana. Pero no, fue un espejismo. Como ocurriera tantas veces antes, las interpretaciones de canciones más recientes como ‘Art of Almost’, ‘More…’ o ‘Random Name Generator’ las pusieron en su verdadera (gran) dimensión. Pero los de Chicago saben de sobra que el público de un festival lo que quiere ver y escuchar son sus temas más populares y gloriosos, y ellos no se hicieron querer de más en ningún momento. Las casi dos horas de show de Jeff Tweedy y su abrumadoramente engrasada banda sirvieron sobre todo para satisfacer al personal con ‘Hummingbird’s, ‘Via Chicago’s, ‘Kidsmoke’s, ‘Heavy Metal Dummer’s, ‘Jesus, etc.’s, etc. Antes de rematar con ‘The Late Greats’ y hacer un fugaz y furioso bis con ‘I’m a Wheel’, Wilco entregaron la cima de la noche con la enésima versión alucinante de ‘Impossible Germany’, con un Nels Cline que se gustó y se lució al máximo. El público les rindió una merecida ovación que mostraba que si hay una banda prácticamente infalible en el rock actual, es decididamente Wilco. Raúl Guillén.
Que Triángulo de Amor Bizarro son una apisonadora en directo no es noticia. Que nosotros nos dejemos aplastar con gusto, tampoco. Desde ‘Desmadre estigio’, su concierto es un no parar, una tempestad sexy, peligrosa y adictiva. El set está basado en su último álbum, aunque con multitud de paradas en su obra anterior: el engarce entre ‘Un rayo de sol’ y ‘Amigos del género humano’ resulta feroz. Demoledor también es comprobar cómo convierten la ráfaga final de ‘O Salve Eris’ en una tormenta aún más perfecta. Ellos casi no dan tregua y encadenan temas apenas sin pausa, aunque también hay momentos para su lado más, ehem, “sensible”, como ‘Nuestro siglo Fnord’, ‘Seguidores’ o ‘Barca quemada’, hasta que Rodrigo retoma la vena cafre mediante ‘Cómo encontró a la diosa’. Isa bromea: “Ahora vamos a hacer un poquito más de ruido” y atacan ‘El crimen…’ y el público entra en modo pogo enloquecido con el cierre con ‘De la monarquía a la Criptocracia’. No, las fuerzas no fallan. Su apisonadora tampoco. Mireia Pería.
Foto del Facebook de Vida Festival.