En el trabajo anterior de Hendrik Weber junto a los noruegos The Bell Laboratory titulado ‘Elements of Light‘, se mantenían tres reglas que hasta la fecha parecían inquebrantables en la discografía de Pantha du Prince: el minimalismo sonoro, la colaboración con otros artistas y, salvo excepciones, la renuncia a incorporar voces por las que hacerse oír. Pantha du Prince en ‘The Triad’ ha decidido infringir la última de estas tres normas, recurriendo mucho más a menudo a voces que se van introduciendo de manera intermitente.
Varios son los colaboradores para la ocasión. Entre ellos encontramos a Queens, a Joachim Schütz o a Kassian Troyer, aportando cada uno de ellos su granito de arena a un compendio compositivo que sigue anclado en la electrónica experimental y contemplativa con la cantidad habitual de inquietud. En ‘The Winter Hymn’ con Queens, primer anticipo del disco, las voces consiguen aportar novedad sin alienar a viejos fans. Un cambio sutil que no renuncia al minimalismo, ni a los sonidos de campanitas característicos de Weber. En la misma onda, en ‘Chasing Vapour Trails’, carriones y tomas vocales aparecen y desaparecen como el Guadiana.
Sin ignorar algún tema vocal del pasado como ‘Stick To My Side’ del hipnótico tercer álbum ‘Black Noise‘, en el que contó con nada menos que Panda Bear, Pantha du Prince da un paso en el sentido de otorgarles formas más vaporosas. Él mismo dice que ahora quería incorporar más voces, incluso usando la suya propia, y así encontramos una mezcla más seductora y digerible que en composiciones anteriores, que eran un tanto más difíciles de asimilar a la primera escucha. Una decisión que se materializa en cortes como ‘Dream Yourself Awake’, una invitación al baile íntimo; ‘Frau Im Mond, Sterne Laufen’, en derroteros coreográficos similares; o con un aire más convencional y analógico en ‘Island in the Sky’, un remanso lírico.
Más allá de este giro, la ausencia de abultadas novedades con respecto a trabajos anteriores de Weber, no implica para nada un desacierto. Más bien supone un retrato con contornos más concisos y sustanciales en el que no renuncia a su sonido. Los temas se suceden, diferentes, pero formando un conjunto coherente, apelando a nuestros pies y cabezas, y consiguiendo hacernos bailar o cavilar.
Calificación: 8/10
Lo mejor: todos los temas lo son en mayor o menor medida.
Te gustará si te gusta: la electrónica gélida de Junior Boys, las ambientaciones de Efterklang en ‘Piramida‘, la perturbación nocturna de Jon Hopkins, las composiciones de Boards of Canada y los carillones habituales de Hendrik Weber.
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