El segundo y último día de la cuarta edición del BIME contenía la actuación de James Vincent McMorrow. La Sala Teatro, conocida como Antzerkia, fue el telón de fondo del músico irlandés. McMorrow empezó su primer concierto de la gira española en este festival vasco –hoy domingo tocará en Madrid y, mañana, en Barcelona- súper puntual. Su directo, formado por doce canciones, fue muy bueno; su música, intensa y emocional, consiguió llenar la pista y las filas de asientos de esta sala. Un chico y dos chicas y los visuales, que se componían de un juego de luces de colores que alternaban formas geométricas, distintos colores y distintas sombras, fueron la compañía para el cantante de Dublín. Comenzó con ‘Red Dust’ de ‘Post Tropical’ y siguió con ‘I Lie Awake Every Night’, ‘Last Story’ y ‘Get Low’ de ‘We Move’, su último y tercer disco. Un gran directo gracias al sonido y a la puesta en escena, tanto de él como de la banda, de diez, aunque se echó en falta algo de interactuación con el público. Se agradeció el detalle de presentar a la banda y de dirigirse a unas chicas en primera fila que le saludaban y le increpaban durante el show, que le convirtieron en una persona cercana y amable.
Wild Beasts, en uno de los dos escenarios principales, defraudaron. Sí llenaron un abarrotado escenario Thunder Bitch y lo más probable es que a sus fans les encantara su directo. Sin embargo, de tan impecable que fue -buen sonido, buenos visuales con la portada de ‘Boy King’- resultó aburrido y frío. Lo más llamativo fue cuando Hayden Thorpe bajó en ‘Celestial Creatures’, una de las últimas canciones, a cantar delante del público de primera fila. Empezaron con ‘Big Cat’, continuaron con ‘Pony Tail’ y tocaron ‘Wanderlust’ –uno de los puntos álgidos- y ‘Get My Bang’.
Llegaba el solape más doloroso de la noche, Moderat y The Divine Comedy. Decidimos empezar con Moderat y terminar con The Divine Comedy. Craso error porque el show de Moderat se retrasaba 20 minutos. Fue curioso porque, mientras esperábamos a Moderat, había un cartel que decía que el suyo iba a ser un show oscuro para el disfrute de todos y que por favor nadie utilizara ningún tipo de flash o luz para grabar. «¡Disfrutad el show!». The Divine Comedy llenó la Sala Teatro hasta arriba. Sobre el escenario, Hannon aparecía vestido con un traje negro, deportivas y camisa blanca. Le acompañaban su banda, un globo terráqueo antiguo y, de fondo, la portada de ‘Foreverland’ – sin el título- en gigante. Fue nuestro concierto favorito de la noche por la elegancia de Neil y su saber estar. Cuando llegamos llevaba un paraguas en la mano con el que jugaba durante su actuación. Para ‘Napoleon Complex’ de ‘Foreverland’, se vistió de Napoleón –como en el videoclip- y bailó y jugó con su sombrero. Antes de ‘To The Rescue’ agradeció la paciencia de los seguidores que habían esperado seis años entre los discos ‘Bang Goes The Knighthood’ y ‘Foreverland’ y también hubo un momento en el que se quitó la chaqueta, se quedó en camisa, cogió la guitarra y anunció el momento indie de la noche con ‘At The Indie Disco’. Terminó con ‘National Express’ y ‘Tonight We Fly’, pero volvió para el bis con ‘Down in the Street Below’ y ‘The Frog Princess’. Un concierto que mejoraba a medida que pasaban las canciones merced a su buen sonido, una sala llena con un público entregado y las tablas de Neil Hannon, que hicieron que The Divine Comedy fuera el mejor concierto que habíamos visto hasta entonces durante el sábado. No podemos esperar a verle en febrero del año que viene, con su nueva gira por nuestro país.
Llegamos a los últimos veinte minutos de Moderat, que venían de tocar en París en el Pitchfork Music Festival. El sonido fue muy bueno en el Escenario Heineken, con unos visuales que alternaban figuras geométricas con otras imágenes más figurativas. Su directo estuvo compuesto por diez canciones, entre las que sonaron ‘Eating Hooks’, ‘Reminder’ o ‘Animal Trails’. Terminaron con ‘Bad Kingdom’, que llevaba de fondo los mismos visuales del videoclip de la canción.
The Chemical Brothers empezaron justo cuando terminó Moderat: deducimos que esperaron a que la banda formada por Apparat y Modeselektor acabara en el escenario Heineken para que ellos pudieran empezar. Fue un bonito detalle. Los «hermanos químicos» llevaron su ya conocida pantalla de dimensiones gigantes y comenzaron con ‘Hey Boy, Hey Girl’. Tocaron el setlist al que nos tienen acostumbrados en festivales, más cerca del realizado en NOS Alive de este verano en Portugal que del de ciudades como Madrid o Barcelona. De hecho, no hicieron bis en el BIME, como tampoco en festivales de este verano como el FIB de Benicàssim y el festival de Lisboa. Si has visto este show de The Chemical Brothers, ya sea el año pasado en el Sónar de Barcelona o este verano en el FIB, ya has visto casi todo de él. Trajeron los robots, uno de los mejores momentos de la noche, que sonaron en ‘Under The Influence’, también las proyecciones de ventanales góticos en ‘Setting Sun’, el momento pelotas gigantes de colores en ‘Saturate’ y la psicodelia oriental setentera de ‘I’ll See You There’. Terminaron con el hit bailable ‘Block Rockin’ Beats’. Aunque fue muy divertido, la gente, bastante pasada, es lo que quería y el sonido dio la talla, los visuales, a excepción de los que hemos comentado, fueron mejores en Moderat en general, porque algunos de The Chemical Brothers pecaban de simplones. Mientras Ed Simons tocaba varios instrumentos y salía de la mesa a bailar y animar al público, Tom Rowlands –sabemos que es él sólo por las gafas- no se despegó ni un momento de la mesa.
Foto: Ignacio Urrutia (BIME).