Esta semana, Lily Allen ha visitado la BBC para hablar sobre uno de los conceptos estrella de 2016, la apropiación cultural. En concreto, la autora de ‘Sheezus’ se ha referido a una concursante actual de X Factor que es blanca pero pretende ser negra, Honey G, una mujer de 35 años que viste y actúa como si fuera Missy Elliott y a quien Allen encuentra directamente «ofensiva». «[Honey G] está mal desde tantos ángulos, no sé ni por dónde empezar a hablar de ella», ha dicho.
Allen ha aprovechado esta entrevista para reconocer que ella misma ha sido culpable de practicar apropiación cultural en el pasado, concretamente en el vídeo de ‘Hard Out Here’, donde aparecían bailarinas afroamericanas y asiáticas haciendo «twerking». La cantante asegura que ‘Hard Out Here’ pretendía ser un videoclip feminista pero que el resultado fue cuestionable. «Me culpo por haber asumido que existe solo un tipo de feminismo [para todas las mujeres]», ha indicado.
En su momento, Allen fue criticada de racismo por este vídeo, acusaciones de las que se defendía asegurando que no se había buscando una raza específica para el vídeo. “Si yo pudiera bailar como estas mujeres, sería mi culo el que veríais en las pantallas», aseguraba entonces. «De hecho, ensayé dos semanas tratando de perfeccionar mi «twerk», pero fracasé estrepitosamente. Si fuera más valiente, también me habría puesto un biquini, pero no lo soy y tengo celulitis crónica, nadie la quiere ver”.
Allen, que prepara estos días nuevo disco, ‘The 4th Wall’, era noticia recientemente por su visita al campo de refugiados de Calais en Francia), donde entrevistó a un niño afgano y pidió perdón en nombre de Reino Unido por «todo lo que te hemos hecho pasar». La polémica posterior fue para enmarcar. Sin ir más lejos, hace unos días Allen tuiteaba que un taxista se había negado a llevarla a ella y a sus hijos en el automóvil tras sus palabras. «Me dijo que me buscara un taxista inmigrante», escribía.