El año en que Iggy Pop ha logrado las mejores posiciones comerciales de su carrera -con y sin The Stooges- (que no las mejores ventas, ojo) con su último disco en solitario, ‘Post Pop Depression’, parece apropiado recordar la importancia de The Stooges en la historia del rock y ¿quién mejor? para documentarla que Jim Jarmusch, el veterano director de cine independiente autor de ‘Broken Flowers’ y amigo íntimo de Iggy (de nombre real Jim Osterberg), que de hecho apareció en un par de películas del director, entre ellas la colección de cortos de 2004 ‘Coffee & Cigarettes’.
Lo de «quién mejor», habéis adivinado, es cuestionable por varios motivos. En primer lugar, naturalmente Jarmusch posee una visión cinematográfica original, perfectamente asequible para las nuevas generaciones amantes de la música e idónea para retratar con frescura la montaña rusa que ha sido la carrera de The Stooges, pero no parece que la haya explotado del todo en un ‘Gimme Danger’ que, como documental, no es precisamente la obra más personal y subyugante que ha entregado Jarmusch hasta la fecha. Me gustaría saber si un experto en el director hubiera adivinado que esta película es suya de haber ignorado su autoría.
En ‘Gimme Danger’, Jarmusch halla un recurso atractivo en la intercalación de entrevistas, imágenes de archivo, curiosas animaciones y pasajes de películas antiguas relacionadas con las palabras de Osterberg, pero el conjunto de la obra no nos hace entender a The Stooges; de hecho, cuesta hallar en ella ese punto «salvaje, divertido y contundente» del que han hablado algunas críticas del documental. El retrato de The Stooges en ‘Gimme Danger’ sí refleja fiel y eficientemente el caos de las errantes primeras actuaciones en directo del grupo, la innovadora energía de sus mejores discos y la decadencia de la banda por culpa de las drogas, pero el marco del que se sirve Jarmusch no es especialmente caótico, enérgico o decadente; más bien, peca de blandito.
El entrevistado principal de ‘Gimme Danger’, por supuesto, Iggy Pop, irradia carisma desde el segundo cero y es un narrador excelente. Osterberg recuerda su temprana admiración por ‘Howdy Dowdy’, su primera banda, The Iguanas, en la que tocaba la batería; su traslado a Chicago, sus primeros coqueteos con la marihuana y posteriormente con la heroína, que arruinaría al grupo; el nacimiento de The Psychedelic Stooges y después de The Stooges a secas, la despedida del grupo de Elektra, la muerte de Ron Asheton, el primer encuentro de Osterberg con David Bowie o el «comeback» del grupo en Coachella de 2003 de manera que podría recordarlo mil veces y seguiría resultando fascinante.
Lo que más llama la atención de ‘Gimme Danger’ al final, sin embargo, es que, a pesar de que Jarmusch vende su documental desde el principio como un retrato de la «mejor banda de rock n roll de todos los tiempos», la película nunca refleja la dimensión de la popularidad de The Stooges desde la perspectiva de sus seguidores. En su lugar, ‘Gimme Danger’ ofrece una visión introspectiva del grupo que es capaz de comunicar al espectador la humanidad y, en definitiva, la absoluta normalidad de un grupo que nació para pasárselo bien y terminó influyendo a generaciones de artistas posteriores. ‘Gimme Danger’ peca de conservador para su objeto de estudio, pero nos hace conocer a The Stooges desde la objetividad, algo admirable teniendo en cuenta la relación personal de Jarmusch con The Stooges. 7