Esta semana, Vega ha vuelto con nuevo sencillo, ‘Città vuota’, una reinterpretación del clásico de Mina, editado en 1963, que adelanta su inminente disco de versiones de la canzone italiana, a la venta en 2017. Una buena ocasión para Vega de presumir de voz -una de las más especiales del pop español actual- a través de canciones cuyas melodías han estado y estarán con nosotros para siempre, pero que no será lo último que escuchemos de ella el año que viene, pues su nuevo disco de material inédito, ‘La reina pez’, se espera también para entonces. En cualquier caso, aprovechando el regreso de la autora de ‘Wolverines’ a la actualidad musical, repasamos hoy sus 10 mejores canciones, que representan una carrera post-Operación Triunfo (cuya aparición, la de Vega, ya nadie recuerda), con sus momentos mejores y peores pero totalmente triunfal y que sigue dándonos buenos momentos. ¡Toma eso, Nina!
Mejor mañana
La Vega más optimista que parecía admirar a Feist en 2009 le dio a la cordobesa un éxito como un sol de bueno aquel año que sonaba a medio camino entre el sonido tex-mex y el sonido Motown, un ‘Mejor mañana’ tan luminoso como esa esperanza a la que evoca la cantante en su letra, un poco Mr. Wonderful a veces, pero eficiente. «Quinientos gramos de nicotina pegados en el pulmón, cientos de litros de cafeína acelerando el motor», canta. ¿Qué hacer si no sé quedarme quieta sentadita en mi sillón? Mejor soñar, perder la cabeza…»
Berlín
«A este lado del muro hoy cae una fotografía que alguien ha partido en dos / la esperanza se esfumó y en la cara de Sofía se destiñe una ilusión / y quiere huir hacia otro lugar donde hay barreras». La idea de una canción sobre un amor truncado a causa del muro de Berlín parece una cursilería, sin embargo, ‘Berlín’ es una canción hermosa, de melodía emotiva y nada empalagosa, en cuyo final despegaba una delicada melodía de sintetizador que, por inesperada, resultaba todo un acierto.
Que no te pese
Esta es una colaboración perfecta entre Vega y la chilena Carla Morrison, que hacen dialogar sus voces y respectivos estilos con gracia en una canción de pop-rock ensoñador sobre un amor que no funcionó. «Frases del pasado rozan de soslayo la verdad, nunca fueron ciertas, tú sabías bien qué iba a pasar», advierte Vega. «Y si tú lo diste todo siempre sin pedir, si volcaste tu energía en hacerle feliz, que no te pese, que quizás a corto plazo no haya solución, no te castigues, todo irá a mejor, que no te pese».
No necesito nada de ti
El primer disco de Vega, ‘India’, era una obra madura, rica musical y emocionalmente, con buenas letras y melodías, pero presentado por un single mediocre, ‘Grita!’, que ha envejecido fatal. Podría estar en esta lista por lo de representar el despegue comercial de Vega (no me olvido de ‘Quiero ser tú’) pero he preferido reivindicar esta balada de aires jazz, ‘No necesito nada de ti’ que, además de una bella melodía vocal, contiene un arreglo orquestal elegante y se cierra con un sabroso final instrumental, contenido pero luciente.
Una vida contigo
Afortunadamente, el primer sencillo de ‘Circular’ no era tan malo como el de ‘India’. ‘Una vida contigo’ tampoco ha envejecido particularmente bien, su producción pop-rock con sintetizadores (los justos) suena hoy tan hueca como antes, pero Vega halló aquí una melodía memorable que capturaba con gracia su historia sobre un amor al que la cantante estaba dispuesta a entregarle… su vida. Destacable, por cierto, el modo en que la cordobesa enlaza orgánicamente verso con estribillo en «despertar».
700 cartas
Las referencias de Vega a Christina Rosenvinge y Deluxe en esta canción de ‘La cuenta atrás’ eran motivo suficiente para añadirla a la lista, pero ‘700 cartas’ es una balada pop-rock bien apañada en la que la brillantina electrónica está mucho mejor integrada que en anteriores ocasiones. «Hoy quisiera pensar que existe un consuelo que aplaque este miedo a la soledad», lamenta Vega, de nuevo, afrontando una ruptura. «Hoy quisiera pensar que aún tengo el remedio, las ganas y el credo para continuar».
El alud
El productor Sebastian Krys (Lori Meyers, Fangoria) hizo un gran trabajo en ‘Wolverines’, pero el material ya era muy bueno, como demuestran varios temas del disco, entre ellos, ‘El alud’, que contenía posiblemente su mejor estribillo y, sobre todo, una actuación vocal de Vega soberbia, que exhibía el color especial y la madurez de su registro y su confianza ante el micrófono como casi ninguna otra canción en su repertorio. El texto, como tantas veces, hallaba a su autora lamentando un amor perdido. «Y otra vez serás el polvo que no quiero respirar / pero esta vez soy yo quien puede más», clamaba.
Faro de guía
«Si yo me pierdo, tú me encontrarás / faro de guía, la seguridad / de este barco a la deriva que sin ti puede encallar», cantaba Vega en esta bonita canción de su tercer disco en la que agradecía a su amante su presencia. Un número que destacaba por la honestidad de su estribillo, un simple «te quiero» que Vega lanza al aire al final de la canción para que se lo lleven las olas del mar y así dure eternamente. «En esta tierra donde rompe el mar, donde los bosques nunca tienen fin, entre las meigas y la niebla se oye un eco repetir…»
Solo quiero amanecer
«Y solo quiero amenecer, encontrarme con tus besos y que cuides hoy de mí también, y creo que no podré vivir sin tener toda tu fuerza que me arrope y me haga ser feliz». Esta cursilería capaz de provocar diabetes a quien la escuche sigue siendo tan cuestionable hoy como en 2005 -¿tendría algo que ver su co-autor, Dani Martín?-, pero la carencia de sofisticación lírica de ‘Solo quiero amanecer’ no opaca la enorme belleza de su melodía, «arropada» aquí con una producción panorámica y vaporosa, que siempre ha destacado en ‘Circular’ para bien por ser diferente a lo que ofrecía el resto del disco y lo sigue haciendo ahora.
Olor a azahar (A Córdoba)
La «leyenda» cuenta que los coros de Elena Gadel en el final de ‘Olor a azahar (A Córdoba)’, el homenaje de Vega a su ciudad natal, incluido en ‘India’, se colaron en la grabación de estudio cuando esta tarareaba la canción por encima mientras Vega grababa su parte. Sea cierto o no esto, que lo dudo, el resultado fue un diálogo de voces grácil que produjo un final envolvente en su libertad, casi hipnótico y que podría durar horas, para una canción de melodía profundamente romántica y arreglos tenues de mandolina que huele a azahar, efectivamente; y a la más hermosa Andalucía.