Crystal Castles actuó anoche en la sala Apolo de Barcelona para presentar su cuarto disco, ‘Amnesty (I)’, y la inquietud se palpaba en el ambiente desde el principio: ¿sería Edith Frances una digna sustituta de Alice Glass? En disco ha demostrado que sí, pero Frances se enfrentaba a un papelón considerable anoche, el de remplazar a Glass y que su público no la percibiera como una simple imitadora sin estilo propio. Lo consiguió a medias. ¿Pero era Glass tan irremplazable?
Hay muerte más allá de la vida -y no al revés- para Crystal Castles, que introdujo su set con el ‘Requiem’ de Mozart y estableció en la sala así un umbral imaginario hacia la dimensión en la que habita su oscura propuesta. A partir de este momento el dúo de Ethan Kath y Frances desplegó su artillería de aullidos desquiciados, maquinote electro, bases sísmicas y paisajes saturados al límite acompañado de luces estroboscópicas no aptas para epilépticos y sin dar tregua en su energía descontrolada de principio a fin.
La lectura del «electroclash» de Crystal Castles es lúgubre y extrema y sus canciones no escasean. Por esto el grupo lleva ya casi 10 años en activo. Este abrió espectáculo con ‘Concrete’, se ventiló ‘Baptism’ a la segunda canción y ‘Crimewave’ no tanto después, probó que ‘Char’, ‘Frail’ y ‘Enth’ son tres hitazos a la altura de sus clásicos y terminó con una ‘Not in Love’ que, extrañamente, sigue siendo su canción más popular a pesar de ser una versión, aunque ‘Untrust Us’ le sigue de muy cerca.
Frances estuvo muy digna y desempeñó su papel con enorme entrega, aunque se percibió en su actuación cierta artificialidad probablemente sugestionada por las expectativas del público. No hay que olvidar, sin embargo, que lo de Glass también era un papel y ese es el mismo que Frances ha tenido que asumir. Quizá por eso el concierto de anoche pareció un concierto de Crystal Castles más, del mismo modo que ‘Amnesty (I)’ no podría ser una extensión más orgánica del repertorio del dúo. Frances no es Glass pero es su tipo de bestia propia y, a pesar de la nostalgia que produce Alice, es exactamente la que necesita el proyecto.