Ay, el Petit se nos ha hecho mayor. Perdón por la broma. Es fácil y poco original, lo asumo, pero es lo que me viene a la mente cuando escucho ‘La força’, el último disco del cantautor de Guissona. Joan Pons parece haber abandonado su carácter de duendecillo burlón para adquirir el del mago abstraído y reflexivo. Su evolución no ha sido tanto de sonido como de actitud. Su voz sigue siendo infantil y candorosa, pero esta vez suena más reconcentrada. Su efervescencia habitual, ese tono jocoso que suele gastar, un poco como de Festa Major, se ha difuminado para convertirse en un registro más introspectivo. ‘La força’ es un álbum en que prefiere susurrar con voz queda que ufanarse. Lo que antes eran cuentos y bromas amables, ahora son reflexiones y sensaciones. ‘La força’ suena como si Joan se hubiera dejado caer en el bosque una mañana húmeda de otoño y se hubiera dedicado a la contemplación en vez de a la aventura. De hecho, el disco suena como un misterio en el que parece difícil localizar todas las claves; un misterio que es mejor escuchar que intentar descifrar.
Todo esto plasmado en una obra que pasa como un suspiro. Menos de media hora, once canciones cuyo título se lleva al hueso (artículo y sustantivo), de melodías muy clásicas, más bien susurradas, con letras que, por momentos, cuesta aprehender. Para vestirlas y dotarlas de la atmósfera onírica adecuada, Pons oscila ora entre el folk británico pastoral de los sesenta, ora entre la americana, salpicado con toques de psicodelia laietana. En el lado más bucólico, la hermosa ‘El cap’, la letanía que lo abre, cuyos arrebatos y ese tambor lejano que marca su ritmo lluvioso parece rescatado de alguna mañana brumosa en la campiña. ‘El plor’ es americana lánguida de enorme estribillo, con un arranque tan clásico que parece existir de siempre. O cómo juega a Jeff Buckley en la final ‘L’adéu ‘. En el otro lado, la zumbona ‘El cau’; ‘Els altres’, que suena como si Wilco se hubieran dejado caer por la Segarra; ‘El verí’, una melodía jubilosa que suena a villancico. O ‘La trampa’, más en la onda de unos Ia i Batiste, la menos anglosajona del conjunto. Y, en el punto intermedio, una delicia como ‘El cor’, donde la pulsión sensual se mezcla con el aire de nana.
‘La força’ se siente como si El Petit de Cal Eril se hubiera decidido montar su particular obra de madurez. Se ha sentado en un recodo del camino para pensar en sus cosas y de estos pensamientos ha conseguido un sabio equilibrio entre su antiguo yo y un futuro que se vislumbra aún más prometedor.
EL Petit de Cal Eril presenta ‘La força’ mañana, día 22 de diciembre, en Caprichos de Apolo, en la sala Apolo de Barcelona.
Nota: 7/10
Destacadas: ‘El cap’, ‘El plor’, ‘El cor’, ‘El verí’
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