Es indudable que una adaptación de una adaptación tiene muchas papeletas para salir mal. Ya corría el año 2004 cuando Brad Silberling adaptaba, con ayuda de Jim Carrey en uno de los papeles protagonistas, ‘Una serie de catastróficas desdichas’. La famosa saga escrita por Daniel Handler bajo el seudónimo de Lemony Snicket cuenta la historia de tres huérfanos desesperados por librarse de un malvado conde empeñado en hacerse con la jugosa herencia que han recibido tras la muerte de sus padres.
Ha habido que esperar, no obstante, hasta 2016 para que Netflix se haya decidido a llevarla a la pequeña pantalla… y sorprendentemente es uno de esos estrenos que ha hecho con disimulo, como si esta nueva versión no mereciese la suficiente atención. Pues nada más lejos de la realidad, porque la versión cuenta con numerosos aciertos.
El primero y el más evidente es la elección de Neil Patrick Harris para el papel del Conde Olaf. No se puede estar más sublime: desde la caracterización hasta la personalización del malvado «aristócrata» es absolutamente perfecta. Y sin embargo, la interpretación incluso palidece cuando aparece Joan Cusack: pareciera que el papel de Justice Strauss hubiera sido escrito para ella.
Pero que nadie se lleve a engaño, porque ya lo anuncia Patrick Warburton al principio de cada capítulo: esta no es una historia agradable. Puede que a veces dudes, o te parezca que las cosas van a salir bien, pero no. Y pese a ello, estamos ante el que es quizá uno de los grandes momentos que vamos a ver este año en televisión. Esta es una de las series que deberían tener cabida en las listas de lo mejor del año, aunque probablemente no encontrarán un sitio porque «parece que es para niños». Queridos, las películas de Wes Anderson también tienen ese aspecto pueril y las aplaudís con las orejas.
Ahora solo queda preguntarse porqué el estreno de Navidad de Netflix fue ‘The OA’ y no este, que pegaba bastante más.